Género: Narrativa
Traducción: Noemí Sobregués Arias
Editorial: Lumen
SINOPSIS:
Con trece años, Vanessa Springora conoce a Gabriel Matzneff, un apasionado escritor treinta y seis años mayor que ella, tras cuyo prestigio y carisma se esconde un depredador. Después de un meticuloso cortejo, la adolescente se entrega a él en cuerpo y alma, cegada por el amor e ignorante de que sus relaciones con menores llevan años nutriendo su producción literaria. Más de treinta años después de los hechos, Springora narra de forma lúcida y fulgurante esta historia de amor y perversión, y la ambigüedad de su propio consentimiento. Su maravillosa novela ha hecho, según el diario Le Monde, «arder Saint-Germain-desPrés»: el caso Matzneff cuestiona a la intelectualidad francesa y a una sociedad obnubilada por el talento y la celebridad.
OPINIÓN:
Tenía mucho interés en leer este libro, por el tema que trata y por el gran impacto que ha supuesto su publicación en Francia. Springora relata la relación que mantuvo a los catorce años de edad con Gabriel Matzneff, por aquel entonces afamado escritor de cincuenta.
La autora parte de su infancia y muestra como se convirtió en una de las presas de Matzneff, un pedófilo que alardeaba de sus “conquistas” en algunas de sus obras. Así, la realidad le servía de perversa inspiración para sus libros. Como Springora relata, ella tampoco se libró del dudoso “honor” de aparecer en uno de sus libros, y fue víctima de intolerables ataques a su intimidad por parte de Matzneff muchos años después de que dejaran de verse.
Vanessa Springora le pone en su lugar en “El consentimiento”, en el que, como ella misma señala, le ataca con sus propias armas: encerrándole dentro de un libro. Se trata de una lectura muy dura, pues muestra el modo en que Matzneff manipuló a Springora y se hizo con su confianza, la manera en que abusó de ella, así como las terribles secuelas emocionales que acabaría sufriendo. Una lectura imprescindible que muestra la forma en que se ha banalizado la noción del consentimiento durante mucho tiempo.
Ana Rayas
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