Género: Poesía 
Editorial: Amargord
Editorial: Amargord
SINOPSIS: 
Esto que tienes entre tus manos bien podría ser un libro bomba y Felipe Zapico
 bien podría ser un poeta. O mejor dicho el poeta. Ese que miran con 
desdén los académicos y literatos, ese que ignoran  los burguesitos de 
la pluma en ristre y el cuaderno ojeroso sobre las barras de los bares y
 las mesitas veteadas de los cafés. Es ese poeta que ningunean en los 
astrolabios dorados de la cultura porque aseguran que Felipe es un poeta
 panfletario. Y sí, lo es. ¡Y qué!
Felipe Zapico es, ante 
todo, un poeta anarquista, un poeta que hace de la protesta su bandera, 
ese trapo sucio de los apátridas. El poeta del mundo que escribe 
soflamas y grita panfletos y arroja poemas incendiados de rabia. El 
poeta sin poemas que dice las cosas claras, sin retorcimientos 
lingüísticos ni perversiones semánticas, sin corrección políticamente ni
 manipulación alguna, de frente, sin dudas, con corazón. Porque la 
injusticia es explícita y el juego democrático, la ignominia donde se 
esconde la impunidad.
Es el poeta de los parias y los 
precarios, que proclama que las palabras son para todos y todas, parte 
de nuestro poder. Un poder que nunca debimos dejar en manos de 
periodistas, políticos, publicistas y demás hacedores de mentiras.
Felipe Zapico es un poeta 
Durruti, un poeta deicida, un rocker poeta, un poeta oral, un poeta que 
soflama contra el viento, por tanto, un poeta megáfono, un poeta plaza, 
un poeta pueblo,  un poeta, hoy más que nunca, necesario.
Y este libro, bien podría ser un libro de
 poemas, pero prefiere ser un libro irreductible, un libro pirómano, un 
libro libertario, un libro que lucha, que nos llama a la acción sin 
ambigüedades, un libro que sabe que el sistema neoliberal 
socialdemócrata es precisamente un muro sobre el cual la supervivencia 
de toda poesía es tan endeble como trazos de tiza en un día de viento. OPINIÓN:
Poco que añadir a una sinopsis que describe a la perfección autor y 
contenido, salvo que he disfrutado mucho esta lectura, una de las más 
viscerales que he tenido entre las manos en mucho tiempo. 
Zapico no da rodeos y va al grano hablando claro, evitando en gran medida figuraciones, dobles sentidos y otros ornamentos de los que suelen valerse los poetas, aunque también tira de ellos en algún momento pues es, al fin y al cabo, un poeta de alguna de las 54 clases de poetas en que los desglosa en el último poema del libro. Sus versos destilan disconformidad y desencanto hacia los sistemas políticos y económicos (‘Gramática económica’, ‘Prosistema’, ‘Salvador’), pero también hacia quien no hace nada, hacia el conformista que se rinde al grito de ‘es lo que hay y nada va a cambiar’ (‘El indiferente’, ‘Entre la copa del generalísimo’, ‘Incomoda el que hace’, ‘Comienza otro puto mundial de mierda’, ‘Con la ayuda de Dios’, ‘Ajuste de cuentas’); sus versos son también un homenaje a los que sobreviven a ras de suelo y un canto contra toda forma de abuso y represión (‘No estoy de luto’, ‘Volvemos a los años duros’, ‘Efecto llamada’, ‘Estás en la lista’, ‘Cifras y letras’, ‘Derecho eclesiAStiCO’) y entre lucha y batalla también hay lugar para algo de humor cotidiano (‘Son los padres’, ‘Oda a la 12/13’, ‘He escuchado, sin querer, poemas indies’, ‘Maletero’, ‘Nunca’, ‘Todos somos underground (o como cojones se diga)’).
Mención especial para el poema ‘Nunca miraré para otro lado’, dedicado a Noelia Cotelo, presa torturada y violada bajo un régimen de aislamiento más propio del siglo XV que del XXI, que me ha dejado un nudo en la garganta que nunca se desatará del todo.
Zapico no da rodeos y va al grano hablando claro, evitando en gran medida figuraciones, dobles sentidos y otros ornamentos de los que suelen valerse los poetas, aunque también tira de ellos en algún momento pues es, al fin y al cabo, un poeta de alguna de las 54 clases de poetas en que los desglosa en el último poema del libro. Sus versos destilan disconformidad y desencanto hacia los sistemas políticos y económicos (‘Gramática económica’, ‘Prosistema’, ‘Salvador’), pero también hacia quien no hace nada, hacia el conformista que se rinde al grito de ‘es lo que hay y nada va a cambiar’ (‘El indiferente’, ‘Entre la copa del generalísimo’, ‘Incomoda el que hace’, ‘Comienza otro puto mundial de mierda’, ‘Con la ayuda de Dios’, ‘Ajuste de cuentas’); sus versos son también un homenaje a los que sobreviven a ras de suelo y un canto contra toda forma de abuso y represión (‘No estoy de luto’, ‘Volvemos a los años duros’, ‘Efecto llamada’, ‘Estás en la lista’, ‘Cifras y letras’, ‘Derecho eclesiAStiCO’) y entre lucha y batalla también hay lugar para algo de humor cotidiano (‘Son los padres’, ‘Oda a la 12/13’, ‘He escuchado, sin querer, poemas indies’, ‘Maletero’, ‘Nunca’, ‘Todos somos underground (o como cojones se diga)’).
Mención especial para el poema ‘Nunca miraré para otro lado’, dedicado a Noelia Cotelo, presa torturada y violada bajo un régimen de aislamiento más propio del siglo XV que del XXI, que me ha dejado un nudo en la garganta que nunca se desatará del todo.

 
Muchas gracias, un abrazo enorme
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