Género: Narrativa
Editorial: Debolsillo
SINOPSIS:
En un solo segundo, el mundo de Jenna Gray se ha convertido en una pesadilla. Su único deseo ahora es huir para empezar una nueva vida lejos de todo. Desesperada por escapar, alquila una pequeña casa en la costa de Gales, esperando encontrar allí el modo de olvidar.
Poco a poco, Jenna empezará a vislumbrar la luz de un futuro. Sin embargo, la persiguen sus miedos, una pena insoportable y el recuerdo de una oscura noche de noviembre que cambió su vida para siempre.
Porque nadie puede huir de su pasado... y el pasado está a punto de alcanzarla.
En un solo segundo, el mundo de Jenna Gray se ha convertido en una pesadilla. Su único deseo ahora es huir para empezar una nueva vida lejos de todo. Desesperada por escapar, alquila una pequeña casa en la costa de Gales, esperando encontrar allí el modo de olvidar.
Poco a poco, Jenna empezará a vislumbrar la luz de un futuro. Sin embargo, la persiguen sus miedos, una pena insoportable y el recuerdo de una oscura noche de noviembre que cambió su vida para siempre.
Porque nadie puede huir de su pasado... y el pasado está a punto de alcanzarla.
OPINIÓN:
El libro llevaba tiempo en mi estantería (lo gané en un concurso)
envuelto en ese aire de ‘best seller’ que tan poco (o nada) me gusta y
no tenía especial interés en ponerme con él hasta que un par de reseñas
me animaron a hacerlo. Y de no haber sido por esas reseñas, sobre todo
por una, lo habría abandonado antes de llegar a la mitad.
La primera parte me ha resultado una suma de tópicos infumable. Por un lado, el policía desencantado con la burocracia del cuerpo (porque a él lo que le gusta es detener a los malos, y no rellenar papeles) con problemas matrimoniales porque pasa poco tiempo en casa (y, para rematar, su mujer era policía y lo dejó todo cuando fueron padres). Se le añade una trama tangencial de acoso escolar para darle algo de cuerpo a esos pasajes. Cómo no, se enamora de una joven e idealista agente en quien se ve reflejado años atrás. Por otro lado, una mujer introvertida y misteriosa que huye de su pasado. Cómo no, nada más llegar a un alejado pueblo de la costa se enamora del hombre más maravilloso de la comunidad (que, además, adora a los animales).
Si no abandoné la lectura fue porque una de las mencionadas reseñas advertía que había que superar esa aburrida primera parte para llegar al corazón de la historia. Y es cierto que la última frase de la primera parte es un latigazo que obliga a seguir leyendo.
Afortunadamente la segunda parte cambia el tono por la introducción de una tercera voz que narra una suerte de carta a su víctima, un texto crudo y desgarrador a través del cual la autora pone al lector en la mente de un maltratador, conociendo de primera mano los delirios con los que justifica su deleznable actitud (fue culpa tuya, lo hice por tu bien…). Además, la trama avanza a mucho mejor ritmo que en la primera parte, comenzando aquí la sucesión de giros y sorpresas que desembocan en el tenso final (la primera parte, además de tópica es lenta).
De todas formas, y valorando positivamente el esfuerzo de la autora, los dos golpes de gracia antes del final son bastante predecibles (al menos yo los he visto venir) porque se dice demasiado. Hay un par de frases puntuales, que perfectamente se podrían omitir, que hacen que el lector vislumbre los desenlaces. En cuanto al final, tópico es poco: es imposible leerlo sin visualizar a Sherlok Holmes y Moriarty (no describo la escena para evitar ‘spoilers’).
Aunque insisto en que la parte en boca del maltratador me ha gustado mucho por su tono afilado y perturbador, y el interesante tránsito por la psicología de tan tétrico perfil, sólo puedo recomendar la novela a adictos al género policial o a quien quiera pasar un par de tardes entretenido.
La primera parte me ha resultado una suma de tópicos infumable. Por un lado, el policía desencantado con la burocracia del cuerpo (porque a él lo que le gusta es detener a los malos, y no rellenar papeles) con problemas matrimoniales porque pasa poco tiempo en casa (y, para rematar, su mujer era policía y lo dejó todo cuando fueron padres). Se le añade una trama tangencial de acoso escolar para darle algo de cuerpo a esos pasajes. Cómo no, se enamora de una joven e idealista agente en quien se ve reflejado años atrás. Por otro lado, una mujer introvertida y misteriosa que huye de su pasado. Cómo no, nada más llegar a un alejado pueblo de la costa se enamora del hombre más maravilloso de la comunidad (que, además, adora a los animales).
Si no abandoné la lectura fue porque una de las mencionadas reseñas advertía que había que superar esa aburrida primera parte para llegar al corazón de la historia. Y es cierto que la última frase de la primera parte es un latigazo que obliga a seguir leyendo.
Afortunadamente la segunda parte cambia el tono por la introducción de una tercera voz que narra una suerte de carta a su víctima, un texto crudo y desgarrador a través del cual la autora pone al lector en la mente de un maltratador, conociendo de primera mano los delirios con los que justifica su deleznable actitud (fue culpa tuya, lo hice por tu bien…). Además, la trama avanza a mucho mejor ritmo que en la primera parte, comenzando aquí la sucesión de giros y sorpresas que desembocan en el tenso final (la primera parte, además de tópica es lenta).
De todas formas, y valorando positivamente el esfuerzo de la autora, los dos golpes de gracia antes del final son bastante predecibles (al menos yo los he visto venir) porque se dice demasiado. Hay un par de frases puntuales, que perfectamente se podrían omitir, que hacen que el lector vislumbre los desenlaces. En cuanto al final, tópico es poco: es imposible leerlo sin visualizar a Sherlok Holmes y Moriarty (no describo la escena para evitar ‘spoilers’).
Aunque insisto en que la parte en boca del maltratador me ha gustado mucho por su tono afilado y perturbador, y el interesante tránsito por la psicología de tan tétrico perfil, sólo puedo recomendar la novela a adictos al género policial o a quien quiera pasar un par de tardes entretenido.
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