23 de enero de 2019

"Mañana me largo de aquí", de Santini Rose

manana me largo de aqui santini rose
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Editorial: La Marca Negra

SINOPSIS: 
Mañana me largo de aquí es una colección de diez relatos que hablan de escapar. También de amistad indestructible, insatisfacción, canciones que nunca se irán, rabia, precariedad –laboral y emocional- y fútbol. Santini Rose bebe a morro de John Fante e Irvine Welsh y despliega una prosa urgente, sencilla y entusiasta. Este libro va de la pérdida de la inocencia y de moverte por el mundo dando bandazos, con demasiados interrogantes y muy pocas certezas. Certezas, eso sí, imbatibles.

OPINIÓN:
Esta fue mi última lectura de 2018 y la verdad es que no pudo terminar mejor el año, pues al hecho de afrontar esa recta final paseando por escenarios e historias en las que me era sencillísimo integrarme por multitud de paralelismos con mi propia vida, hay que sumar el hecho, siempre oportuno y provechoso, de descubrir una nueva y joven voz a la que poder seguir.
Joven. Bastante. Bastante más que yo, al menos. Joven, pero adulto, aunque todos los relatos dejan una estela de adolescencia, de ese inconformismo a veces demasiado utópico, más propio de los 16 que de los 25. Joven y, por lo tanto, colocando en la balanza, antes de sentarse a escribir, rabia y pasotismo, con cierta inclinación a los segundo, lo que redunda en un humor crudo, cáustico y bastante trabajado (pero haciendo como que surge sin querer), que este lector agradece.
Tenemos relatos (dos o tres) en boca de infantes que describen las fiestas del pueblo, con las borracheras del hermano mayor y el asco que tienen que dar los besos en la boca a las crías (puag), o los partidos de fútbol con el equipo alevín o infantil del pueblo (el Muleño, en este caso). Y tenemos, también y sobre todo, al adulto reciente, con gruesas trazas de adolescencia aún pegadas a las suelas, que no termina de encajar en ningún sitio. Y en este terreno donde y sobre el que tanto se escribe, el autor destaca sobre la ruidosa mayoría y se abre un camino que espero que siga transitando.
Relatos muy autobiográficos (se intuye, la verdad es que no conozco al autor) donde cobra protagonismo todo aquello que no brilla: viajes en bla bla car, estaciones de autobuses y habitaciones en pisos compartidos con apenas una cama y dos cajones; una dieta casi exclusiva de pizza y cerveza, amigos que cambiaron la cerveza y la habitación alquilada en Calle Torreta por pescado a la plancha e hipoteca; música en mp3 (aunque algún tocadiscos se menciona por ahí) y paseos en solitario, de madrugada, en los que este periodista en horas bajas (también repartidor de MRW y reponedor del Mercadona) busca su sitio sin llegar a tener claro si este existirá, y que indefectiblemente terminan con un canuto en el balcón y la promesa de un pronto exilio. Y tras todo esto, que ya indica bastante bien por dónde van los tiros, quiero destacar tres relatos de este impecable, en mi opinión, conjunto.
«Poca cosa», donde nuestro protagonista consigue el trabajo de sus sueños (librero) y ve como ese sueño se desmorona lenta y agónicamente entre montañas de libros de autoayuda y premios Planeta; «No hay más que hablar», sobre neuróticos y talleres de literatura (y la relación entre ambos, claro). Y el mejor en mi opinión, «324», quizá el más dramático de todos, si es que este libro llega a tener un punto dramático en algún momento. Este relato toma el título de la habitación de hospital donde mantienen ingresado al padre de nuestro héroe, que va a visitarlo cada día en lo que termina siendo un juego de identidades con los que ambos, padre e hijo, tratan de convencerse y contentarse. Una historia que me ha tocado especialmente porque la he vivido palabra por palabra, pero en mis lugares y mis tiempos (ya digo que soy bastante mayor que el autor).
Descubran la ficción, o autoficción, de esta joven promesa que de vez en cuando nos brinda una buena dosis de periodismo desenfadado y bastante afilado (del que de un tiempo a esta parte se echa en falta, al menos yo) en Ctxt o eldiario.es y ya verán como, al igual que yo, quedan esperando impacientes su próximo libro (en este deja caer que ha empezado una novela, a ver en qué queda eso).

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