Género: Narrativa
Traducción: Javier Calvo Perales
Traducción: Javier Calvo Perales
Editorial: Literatura Random House
SINOPSIS:
«Durante las noches azules uno piensa que el día no se va a acabar nunca. A medida que las noches azules se acercan a su fin (y lo hacen, lo hacen siempre), uno experimenta un escalofrío literal, una visión de enfermedad, en el mismo momento de darse cuenta: la luz azul se está yendo, los días ya se están acortando, el verano se ha ido. Este libro se titula Noches azules porque en la época en que lo empecé a escribir sorprendí a mi mente volviéndose cada vez más hacia la enfermedad, hacia la muerte de las promesas, el acortamiento de los días, lo inevitable del apagamiento, la muerte de la luz. Las noches azules son lo contrario de la muerte de la luz, pero al mismo tiempo son su premonición.»
Joan Didion
En su celebrado libro El año del pensamiento mágico, Joan Didion contemplaba cómo los rituales que formaban parte de su vida cotidiana cambiaban drásticamente con la súbita muerte de su marido en 2003. Dos años después su única hija, Quintana Roo, moría a los treinta y nueve años de edad. En Noches azules Joan Didion hilvana instantáneas literarias y recuerdos olvidados sobre la vida y la muerte de su hija. Noches azules versa sobre lo que queda tras la pérdida de un ser querido.
OPINIONES:
Dos veces seguidas he leído este libro y no me importaría una tercera. No es un libro triste a pesar de que el elemento que da pie a esta narración es la muerte de la hija de la escritora, Quintana Roo, precedida por la de su marido el escritor John Gregory Dunne y que dio lugar a su obra más conocida y premiada “El año del pensamiento mágico”.Toda mi admiración para Joan Didion: ha sido capaz de llevar el duelo por la desaparición de su hija a la escritura a la vez que asume que la vejez y su progresivo deterioro forman ya parte de su vida. La pérdida de amigos, un goteo incesante que va sacudiendo su día a día, además de sus seres más queridos, son el anuncio dramático de que el tiempo de los eternos crepúsculos azules darán paso a una larga noche donde la fragilidad física, la soledad y una cierta torpeza creativa se irán haciendo presentes.
Me han gustado las largas evocaciones de su hija en las que intenta averiguar si llegó a saber quién era y descubre que desde bien pequeña “Ella ya era una persona. Y yo nunca me pude permitir verlo”. Encadenada su memoria al recuerdo, tiempo cristalizado en los objetos, fotos cuadernos etc... pronto se da cuenta de que EL TIEMPO PASA “que su tema real no era para nada los hijos (...) que su tema real era (...) la NEGATIVA a afrontar las certidumbres del envejecimiento, la enfermedad y la muerte”.
Por otra parte, me encanta la forma de contarlo: su prosa suave, lúcida, sin estridencias ni dramatismos, armoniosamente reiterativa es quizá la causa de que lo haya releído pues la evocación de lo contado aparece como un paisaje avistado en la lejanía con sus luces y sombras y por el cual sabemos que nunca más volveremos a transitar...
Mientras tanto... como dice Quintana Roo (la hija) no le demos más vuelta y sigamos caminando. (En 2015 con 80 años fue MODELO de “Celine”).
Ana Ballester
“CUANDO HABLAMOS DE MORTALIDAD, ESTAMOS HABLANDO DE NUESTROS HIJOS.
EL TIEMPO PASA.
¿ACASO ME CREÍA QUE LAS NOCHES AZULES PODÍAN DURAR PARA SIEMPRE?
¿CUÁL ES EL PRECIO DE PERDER ESAS SEMANAS, ESA LUZ, LAS NOCHES DEL AÑO QUE UNO PREFIERE SOBRE TODAS LAS DEMÁS?”
Sobrecogedora narración poética de vida y de muerte. Monólogo en prosa. Flujo de conciencia en poesía.
Bellos recuerdos, que sin embargo, causan dolor ... y no se pueden dejar de recordar porque es lo único que queda. Y lo que no se cuenta ... es fácil intuirlo.
Qué belleza de escritura ... endulzada con la nostalgia de la juventud y sollozada con gran ternura, honestidad y serenidad, contando con naturalidad hechos tremendamente trágicos ...
Trozos de autobiografía de los que se desprende un mensaje: el terror del abandono.
El abandono de la muerte ... porque todos se van antes ...
El peor abandono de todos: la muerte de los hijos ... y qué desamparo e indefensión en la soledad de la vejez. La fragilidad, la inestabilidad del cuerpo, infirmity en completa tristeza ... ese miedo ... ese esperar el final ignorado y en completa soledad.
Días hilvanados con remembranzas y anclados con souvenirs atesorados con amor ... las noches azules de Nieva York ... el Central Park y su banca especial …
Las unidades de cuidados intensivos: desgarradoras ... Lo sentí en mí corazón: esa indefensión espantosa ... ese cautiverio inhumano ... esa incertidumbre ... esos ruidos incesantes de los aparatos y esos códigos, esas alarmas, gritados por el parlante en la madrugada (blue code: resucitación).
Y la frialdad del personal médico hospitalario; y el frío de los consultorios. Los incontables e inútiles formularios que hay que llenar, las preguntas repetidas incesantemente como en un interrogatorio policiaco, los exámenes incómodos y molestos, la lucha con los seguros. La subestimación, el desprecio, la discriminación del personal joven causando la desmoralización, el menoscabo de la autoestima. El contacto de emergencia ¿a quien poner? En fin, todas las torturas de la industria médica deshumanizada y sin caridad ...
Y al final, pensar en el último espacio que queda vacío en la cripta familiar.
Pero esta Joan Didion indomable ha resistido todo. Sigue luchando y trabajando. Si esta bellísima obra de una Mujer Fuerte es una confesión ... ya ganó su absolución y cumplió su penitencia ...
Lucila Argüello
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