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21 de noviembre de 2022

"Kokoro", de Natsume Sōseki

kokoro natsume soseki
FICHA TÉCNICA:

Género: Narrativa
Traducción: Yoko Ogihara
Editorial: Impedimenta

SINOPSIS: 
Coincidiendo con el centenario de su aparición, Impedimenta publica una nueva traducción de la obra maestra de Sōseki, que prefiguraría la de autores de la importancia de Akutagawa, Kawabata o Murakami. Kokoro («corazón», en japonés) narra la historia de una amistad sutil y conmovedora entre dos personajes sin nombre, un joven y un enigmático anciano al que conocemos como «Sensei». Atormentado por trágicos secretos que han proyectado una larga sombra sobre su vida, Sensei se abre lentamente a su joven discípulo, confesando indiscreciones de sus días de estudiante que han dejado en él un rastro de culpa, y que revelan, en el abismo aparentemente insalvable de su angustia moral y su lucha por entender los misterios del amor y el destino, el profundo cambio cultural de una generación a la siguiente que caracterizó el Japón de principios del siglo XX.

OPINIONES:
Fue la lectura de noviembre de 2022 en el Club de Lectura.

KOKORO, libro publicado dos años después de la muerte del emperador que preside la era MEIJI (1868-1912), se considera una de las obras más representativa de ese periodo. Hablar de ella para mí, ante todo, es aludir al asombro que me ha producido el conocer el esfuerzo que los escritores de esa época hicieron para poner en marcha una forma de narrar que seguía los parámetros occidentales en el marco de la corriente frenética que llevó a Japón en unos cuarenta años (1868-1912) a su plena occidentalización.
Su alejamiento de los temas de la literatura anterior a la era Meiji, y la ausencia de un lenguaje en consonancia con los nuevos tiempos, revolucionan el hecho literario. Los narradores se lanzarán a la búsqueda de una comunicación tan expresiva, directa y vigorosa como la que se empleaba en la literatura occidental y cuyos modelos fueron los románticos, realistas y naturalistas.
Y lo consiguieron… y prueba de ello es KOKORO obra modélica que cataliza, por un lado, una forma de expresión adecuada a los nuevos tiempos -de tal modo, que su lectura no ha cesado desde entonces- y, por otro, unos contenidos que no sólo asumen los temas y formas que aprendieron de Occidente, sino que también dejan un reguero de muestras de la inadaptación que generó el choque entre dos formas tan diferentes de concebir la existencia y que ha dado lugar a un admirable sincretismo.
KOKORO dividida en tres partes, con breves capítulos y acción casi inexistente es una obra de carácter confesional. Son dos los narradores sin nombre a modo de arquetipos: el primero, el yo narrador, -protagonista a su vez de la primera y segunda parte-, recuerda, ya entrado en años, un periodo de su vida estudiantil en el que se sintió fascinado por un personaje, ya adulto, al que encuentra por azar y del que anhela sea su maestro, su Sensei, su conductor en ese “camino de perfección” que cree que es la vida.
La aspiración de lograr su amistad choca con una pared de SILENCIOS que, en muy pocas ocasiones, el joven resquebraja y desde cuyas grietas puede intuir que la soledad y alejamiento de Sensei del trato humano puede deberse a un pasado oscuro y dramático. (La silente actitud de Sensei me ha recordado lo que Ortega y Gasset dijo del silencio en un texto que habla sobre las dificultades de la traducción: “el hombre, cuando se pone a hablar lo hace porque cree que va a poder decir lo que piensa. Pues bien; esto es ilusorio. El lenguaje no da para tanto. Dice, poco más o menos, una parte de lo que pensamos y pone una valla infranqueable a la transfusión del resto”).
A esto se añade la incomodidad de Sensei con los tiempos y nuevas costumbres de las que fue partícipe (me refiero sobre todo a la exaltación del individualismo) y que le lleva a justificar su soledad: “A nosotros que hemos nacido en esta época de libertad e independencia, no nos queda más remedio que soportar esa soledad. Es el precio que tenemos que pagar por este tiempo que nos ha tocado vivir”.
Ubicada la primera parte en el medio URBANO el narrador nos sumerge en la segunda en el MUNDO RURAL, bajo el epígrafe “Mis padres y yo”. El joven estudiante se ha trasladado allí por la enfermedad de su progenitor. Aquí aparece la enorme distancia que hay entre los dos mundos -el urbano y el rural- tanto desde el punto de vista social -el rechazo a las celebraciones por su graduación universitaria- como en el personal pues cae en la tentación de comparar a su padre con el hermético Sensei del que ambiciona sea el faro que guíe su conducta a buen puerto lejos de las procelosas aguas del vivir. Al final de esta segunda parte recibirá una voluminosa carta de Sensei en que apenas ojeada percibirá la dramática situación que puede estar viviendo su mentor y abandona abruptamente su aldea y a su padre agonizante para ir a Tokio.
Y abrimos la TERCERA PARTE con el segundo narrador, el Sensei, dispuesto a contarnos su pasado, ya en algunos aspectos adelantado en la primera y segunda de tal modo que el lector ya sabe como desembocarán los hechos que se dispone a contar.
Dos son los aspectos de la vida de este segundo narrador que relata en la carta, a modo de autobiografía, y que pueden servir de lección al joven estudiante. Por un lado, procederá a justificar su desconfianza y hermetismo hacia todo lo que le rodea pues fue desposeído, en su juventud, de casi toda su herencia por un tío suyo.
Por otro, irá desvelando poco a poco el segundo descalabro en donde él es verdugo y culpable. Me refiero al comportamiento que tuvo Sensei cuando era joven en un triángulo amoroso formado por el mismo, su íntimo amigo llamado K, y la joven hija de la dueña de la pensión donde se hospedaban ambos. El dramático desenlace del conflicto amoroso provocará en Sensei turbulentas y oscuras repercusiones que lo alejarán todavía más del trato social convirtiéndolo en “una momia a la deriva entre los humanos” pero con la convicción que al fin ha encontrado a alguien para el que su experiencia puede ser de utilidad decide narrar su pasado y dice ”Sin vacilaciones, voy a proyectar sobre tu cabeza la oscura sombra de la vida. Pero no debes tener miedo. Contempla fijamente esa sombra y saca de ella lo que necesites. Si digo que es una sombra oscura, quiero decir que es moralmente oscura”.
¿Qué intenta mostrarle al joven lector de su carta para que el relato de su pasado haya valido la pena? En primer lugar que no deje en manos de otros todo lo que pueda hacer él pues no hay un certificado que avale la bondad permanentemente. Y en cuanto a su segunda experiencia, si bien ahora no se trata de posesiones materiales, sí que queda patente que la traición a su amigo K -descrita admirablemente por el autor, paso a paso- ha sido motivada por un desmedido anhelo de posesión amorosa cuyo precio K no ha dejado de pagar. En conclusión: a la desconfianza que K asumió por el litigio hereditario hay que añadir la insoportable conciencia de su culpabilidad.
Extraordinaria lección para el joven lector del tren que, en esas paginas de papel, Sensei le ha mostrado las fatales consecuencias que se pueden derivar cuando la ambición sea de bienes materiales o, por llamarlos de alguna manera, de bienes espirituales (el amor) se apoderan de nuestras decisiones.
Excelente novela.
Ana Ballester

"Había otra pregunta que también me inquietaba. ¿Qué era lo que motivaba esa profunda desconfianza por parte de Sensei? ¿Había llegado a ese estado después de observar con una mirada fría e inerte su corazón, el mundo que lo rodeaba? Por naturaleza tenía tendencia a apaciguarse, a analizar las cosas. Con un carácter así, quizá fuera natural llegar a esas conclusiones. De todos modos, yo no creía que eso fuera todo. Sus convicciones eran vivas, muy distintas a los muros de una casa de piedra consumida por un fuego ya extinguido hace tiempo. A mis ojos, él era alguien que hacía florecer el mundo en forma de pensamiento. Pero en el origen de todo aquello se aletargaba una terrible y aplastante realidad. No es que otras personas no pudieran pensar en lo que Sensei pensaba, sino que las conclusiones a las que él llegaba resultaban inalcanzables para el resto.
Tras aquello habitaba una experiencia vívida e inabarcable que podía convertir en fuego su sangre y, a la vez, alertar a su corazón".

En noviembre 2022 la lectura elegida por mayoría en El Club de Lectura de Literatura+1 fue la novela clásica de la literatura japonesa KOKORO, publicada por primera vez en 1914, por entregas, en el periódico Asahi Shinbun. Su autor fue el escritor y profesor de literatura inglesa Natsume Sōseki (Japón 1867-1916). En la actualidad KOKORO es considerada su obra maestra.
Desde el principio tuve la sospecha de que una trágica y misteriosa historia de amor me esperaba. ¿Qué terrible secreto guardaba el alma de Sensei? No podía dejarla y temía llegar al final ... que se terminara … Poco a poco, al ir avanzando en la lectura, empecé a percibir tintes como de influencia dostoyevskyiana y kafkiana, en los atormentados personajes.
Mientras tanto, disfrutaba de las bellas descripciones de la primavera y el amor, reflejados en los cerezos en flor ... no me cansaba de releer esa poética parte ... ¡divina! Me encantó el estilo sencillo y sereno de la narración, que sin embargo, no deja caer el interés en ningún momento: por ejemplo, la parte cuando el narrador y Sensei pasean por el cementerio de Zôshigaya y observan los colores cambiantes de las hojas del ginkgo.
En la segunda parte, "Mis padres y yo", me identifiqué con las claras ANGUSTIAS PATERNALES CONTRADICTORIAS: son dos angustias opuestas, pero ambas son válidas.
Por un lado TEMEN la SOLEDAD y el ABANDONO EN LA ANCIANIDAD: los hijos que se van a vivir lejos para estudiar y cuando se gradúan consiguen trabajo en las ciudades y es más difícil que regresen, aunque sea de visita ... Por otro lado, urgen al hijo graduado a que CONSIGA una COLOCACIÓN en la ciudad, que lo INDEPENDICE, pues claramente han AGOTADO sus AHORROS en su EDUCACIÓN y temen que a sus muertes quede desprotegido. Creo que ambas angustias paternales son universales y tan vigentes en ese entonces, como hoy día.
Esta genial novela me tuvo en vilo desde el comienzo ... pues como su nombre lo indica, KOKORO en japonés puede significar: corazón, mente, alma, sentimientos ...Y como todas las obras maestras de la literatura, no da respuestas, sino que plantea preguntas ... que nosotros mismos debemos respondernos ... Son esas preguntas existenciales que nos hacemos al dejar la infancia y en cuyas respuestas nos quedamos meditando toda nuestra existencia: ¿QUIÉN SOY? ¿QUÉ LUGAR OCUPO EN EL MUNDO? ... y eso es debido a que KOKORO es una novela EXISTENCIAL y FILOSÓFICA, que se explaya desarrollando la LUCHA ENTRE EL BIEN Y EL MAL, y donde parece triunfar el mal.
También es una novela PSICOLÓGICA (pensé que estaba perfecta para que Freud la analizara) ... la amistad, el amor, la misoginia, la vocación, el matrimonio, la traición, la culpa, la soledad, la frustración, la desconfianza, las crisis existenciales, las angustias paternales, el rechazo, la depresión, el suicidio, son partes inherentes de esta maravillosa historia japonesa, perfumada y adornada con los cerezos y ciruelos en flor en primavera, alegrada con el canto de las cigarras tsukutsuboshi en verano, enriquecida por el oro de las hojas del ginkgo y del arce en otoño, y matizada por la vejez, la enfermedad, la muerte y la oscuridad en invierno …
Además tiene un argumento MISTERIOSO e INTRIGANTE ... de AMOR TRIANGULAR, PASIÓN y TRAGEDIA.
Es también una novela SOCIOLÓGICA e HISTÓRICA al tomar como escenario los tiempos de profundos cambios en la vida y la sociedad del Japón entre dos eras históricas: la Meiji y la moderna.
Kokoro está presentada In extrema res: el final es revelado al inicio ...
Al mismo tiempo, es una BILDUNGSROMAN o novela de aprendizaje.
Las dos primeras partes son contadas en primera persona por un narrador anónimo, que es también protagonista: narrador homodiegético. Y la tercera parte es una larga EPÍSTOLA-CONFESIÓN del segundo protagonista, llena de profundas reflexiones filosóficas: una herencia intelectual y emotiva.
Los personajes son pocos y están perfectamente redondeados, aunque en vez de nombres propios tienen nombres comunes, y una letra, la K de Kokoro, usados como nombres de pila. El personaje más inquietante es K, el monje que sucumbe en “la contienda, nunca dirimida y siempre trágica, entre la fuerza de los instintos y la voluntad de oponerse a ellos con las armas de la razón, el estudio, la soledad y la virtud”. (Luis Landero en “El huerto de Emerson”).
En conclusión, recomiendo con entusiasmo esta obra maestra de la literatura nipona.

..."Dar educación a los hijos no tiene por qué ser bueno siempre ... Haces el esfuerzo de pagarles unos estudios y después ya no vuelven a casa. Que estudien es la mejor forma de separarlos de sus padres".
...
"Los jóvenes de hoy en día, sólo os preocupáis de como gastar el dinero, pero no de cómo ganarlo".
...
" Antiguamente eran los hijos los que daban de comer a los padres. Hoy en día los hijos se nos comen poco a poco."
...
Septiembre había llegado, y con él habían irrumpido las tsukutsuboshi. Su canto anunciaba el final del verano.
...
Del mismo modo que los cantos de las cigarras se transforman poco a poco, una metamorfosis parecida se había ido apoderando de la gente que me rodeaba. En mis oídos resonaban las palabras de mi padre. Era como si su actitud se me hubiera arraigado en el corazón."
Lucila Argüello

15 de octubre de 2022

"Menos que uno. Ensayos escogidos", de Joseph Brodsky

menos que uno joseph brodsky
FICHA TÉCNICA:

Género: Ensayo
Traducción: Carlos Manzano
Editorial: Siruela

SINOPSIS: 
Menos que uno es, en el sentido más amplio de la expresión, una magnífica autobiografía intelectual. Al lado de textos que son homenajes a su ciudad natal o a la memoria de sus padres, aparecen ensayos sobre poesía y poética. Sus análisis de la obra de escritores rusos como Ajmátova, Tsvietáieva y Mandelstam y de autores como Auden, Montale, Cavafis y Derek Walcott son explicaciones luminosas y absorbentes de la poesía del siglo XX. «Catástrofes en el aire», que aborda la historia y el futuro de la prosa rusa, es una exposición original y emocionante de la vida y la muerte de una tradición literaria. Inevitablemente, Menos que uno trata también de política. Ensayos como «Sobre la tiranía» y «Huida de Bizancio» constituyen profundas meditaciones sobre la historia y la edad moderna.

OPINIÓN:
Hace un tiempo, poco, tuve la oportunidad de leer un conjunto de ensayos “escogidos” de la colección CÍRCULO DE LECTORES (1988), siete en concreto de Joseph Brodsky (1940-1996). La obra original (1986) contiene dieciocho ensayos escritos en Estados Unidos y fue publicada un año antes de recibir el premio Premio Nobel en 1987.
Creo que es uno de los libros que más me ha gustado de entre todo lo leído últimamente. Y me ha gustado por su rigor intelectual y su excelente prosa, a veces tan cercana que me parecía estar oyéndola. Fue publicado con el título 'MENOS QUE UNO' (1986), cuyo enigmático significado tiene que ver con la imposibilidad que siente Brodsky de fragmentar su pasado en fases pues su “yo” permaneció siempre inalterable tal y como nos explica en su primer ensayo del mismo nombre.
Judío, prófugo de la escuela, pronto será conocido como poeta lo que le acarreará la cárcel por parásito social (1964) y la expulsión de su país (1972) al que no volverá. Su peregrinaje le lleva a Austria en donde conocerá al poeta Auden que le abrirá las puertas tanto de Inglaterra como de Estados Unidos y allí permanecerá hasta su muerte. En 1987 se le otorgó el Premio Nobel no por su disidencia sino, como dice Antonio Munné, autor del epílogo de mi edición, "por ser la obra de un artista, plenamente comprometido con su época pero muy por encima de la mediocridad de los que se escudan en su tragedia personal para forjarse una fama de perseguidos y víctimas”.
Ha sido una lectura conmovedora. No puedo dejar de citar el primer ensayo en el que recuerda su infancia, su trayectoria de rebeldía y su firme decisión, como la de muchos de sus contemporáneos, de ser HIJO DE LA CIVILIZACIÓN y de los que dice “Nadie conocía la literatura y la historia mejor que esas gentes, nadie escribía en ruso mejor que ellos, nadie despreciaba más profundamente nuestra época. Para esas personas la civilización era algo más que el pan de cada día y un abrazo por la noche. […]. Pobremente vestidos pero en cierto modo elegantes, revueltos por las manos silenciosas de sus amos más inmediatos, huyendo como conejos de los ubicuos galgos del estado y de sus zorros, más ubicuos aún, destrozados, cada día más viejos, seguían alimentando su amor hacia esa cosa que no existía (o que existía únicamente en sus cabezas, de día en día más calvas) llamada «CIVILIZACIÓN»".
El último ensayo llamado “Una habitación y media” está dedicado a sus padres a los que no volvió a ver y que lucharon con tesón, y no lo lograron, por conseguir un visado para visitarle. Es un capítulo en el que, además de explicar las condiciones de vida a los que estaban sometidos en su día a día, hace una larga reflexión sobre las deficiencias de la memoria por su incapacidad para recordarlos con la amplitud que hubiera deseado “La memoria se parece más que a otra cosa a una biblioteca en desorden alfabético en la que nadie hubiera clasificado” y ya casi al final nos dice “Por esto estoy agradecido a mi madre y a mi padre, no sólo por haberme dado la vida, sino también por no haber educado a su hijo como un esclavo. Procuraron lo mejor que supieron —aunque sólo fuera para preservarme contra la realidad social en la que había nacido— hacer de mí una persona fiel y obediente al estado. Que no supieran hacerlo, que tuvieran que pagar con el hecho de que la mano anónima del estado, no la de su hijo, les cerrara los ojos, (se refiere a sus muertes) no da testimonio de su negligencia sino de la calidad de sus genes, cuya fusión engendró a un ser que el sistema encontró suficientemente extraño para expulsarlo".
No quisiera pasar por alto: “Guía para una ciudad rebautizada” que se refiere a Petesburgo, oficialmente Leningrado, de la que nos cuenta la oposición que su creador, el zar Pedro I, vivió durante su construcción, y a la cual proclamó capital de la nación. Nos dice “El mundo uterino y claustrofóbico, y tradicional en lo idiosincrático, de la Rusia propiamente dicha tiritaba bajo el viento frío y penetrante del Báltico.” Ya en el primer capítulo nos habla de la belleza de la ciudad cuando iba y venía a la escuela y en donde aprendió al pasar por sus aristocráticos edificios y monumentos “más sobre la historia del mundo que más tarde en cualquier libro. Grecia, Roma, Egipto..., todos estaban allí, todos fueron desportillados por la artillería durante los bombardeos".
El resto lo forman “Fuga de Bizancio”, análisis histórico muy sutil de por qué llegó el cristianismo desde Bizancio a Rusia; “El hijo de la civilización” dedicado al poeta Mandelstam, perteneciente a la Edad de Plata (finales del XIX hasta 1920) de la poesía rusa y muerto en un campo de concentración en 1938; le dedica otro a su esposa “Nadeyda Mandelstam” que conservó su obra por si desaparecía memorizándola y, el último, “Complacer a una sombra”, encuentro y elogio al poeta W.H. Auden, venerado por Brodsky desde su juventud.
En conclusión, libro de imprescindible lectura. Al igual que para el pequeño Brodsky la contemplación de los edificios y monumentos fueron para él una escuela de conocimiento, también la lectura de esta obra me ha revelado con una intensidad y concreción fuera de lo común, las dificultades que los intelectuales con voz propia y todos aquellos que habían gozado de una aproximación a la cultura tuvieron que sobrellevar.
Ana Ballester

11 de septiembre de 2022

"Ayer", de Agota Kristof

ayer agota kristof
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Ana Herrera
Editorial: Libros del Asteroide

SINOPSIS: 
Sándor Lester, exiliado en una fría ciudad europea, lleva una vida solitaria y monótona. Inmerso en una rutina alienante en la fábrica de relojes donde trabaja, pasa sus ratos libres escribiendo, frecuentando a gente en su misma situación o en compañía de Yolande, una mujer a la que no ama. Un día conoce a Line, una nueva empleada de la fábrica que procede de su mismo país. Aunque está casada y tiene una hija de corta edad, Sándor se enamorará de la recién llegada y entre los dos surgirá un vínculo tan íntimo y esencial como doloroso y destructivo.
Al igual que su famosa trilogía Claus y Lucas, esta novela contiene ecos de la propia biografía de Agota Kristof, escritora húngara refugiada en Suiza. En ella utiliza una prosa perfectamente depurada, precisa y despersonalizada con la que crea una penetrante y perturbadora atmósfera para retratar las miserias y crueldades del mundo contemporáneo. Lúcida e impactante, Ayer es sin duda una de las mejores obras de la autora.

OPINIÓN:
Ha caído en mis manos casi por azar el libro AYER de Agota Kristof, autora cuyos libros no he leído aunque sabía de su existencia, de sus laudatorias reseñas y de su condición de escritora de culto.
No sería verdad si no dijera que me ha sorprendido la austeridad de su escritura en donde cualquier descripción que atempere la desolación de las vivencias que transmiten brilla por su ausencia.
Narrada en primera persona por alguien que en su pasado se llamaba Tobías Horvath y que en una nueva vida que emprendió lejos de su país -en otro que no se precisa- se hace llamar Sándor Lester, nos relata su presente en un lugar al que llegó huyendo de un crimen que creía haber cometido a la edad de doce años.
Su pasado está constituido por una durísima infancia, seguida de un reformatorio y posteriormente operario de una fábrica de relojes. “No existe sino el presente. Unas veces, nieva. Otras, llueve. Luego hay sol, viento. Todo eso es ahora. Eso no ha sido, no será. Eso es. Siempre. De una vez. Porque las cosas viven en mí y no en el tiempo. Y, en mí, todo es presente”.
Me ha sorprendido que tanto la apertura como el cierre de la obra estén constituidos por ensoñaciones de oscuro significado. La primera, “LA HUIDA” presenta elementos de índole varia (el tigre, el piano, los pájaros y un personaje femenino, Lina) que le remiten a vagos recuerdos venidos de “más allá de las fronteras de la memoria” y traídos por un viento que acalla sus temores y que lo vapulea hasta casi desfallecer pero en donde alienta la esperanza de su encuentro con Lina personaje fantasmal de su delirio.
La última, al final de la obra, bajo el epígrafe “LOS VIAJEROS DEL BARCO” supone la rendición ante cualquier esperanza de encontrar un sentido a la vida por la desaparición de una LINA REAL y su posterior integración en una vida en donde “la gente es feliz porque no conoce el amor. Tan satisfechos están que ya no se necesitan entre sí, ni tampoco a dios”.
En medio, los dos elementos que pueden dar sentido a su vida: por un lado la ESCRITURA: “escribo por donde quiera que paso […] El problema es que no escribo lo que debería escribir, escribo cualquier cosa, cosas que nadie puede comprender y que ni yo siquiera yo mismo comprendo”. Por otro, LINA o EL AMOR, personaje femenino cuya NO existencia al principio representa la falta de esperanza y le revela el sinsentido de su vida diaria que intenta compensar con otras historias “Ella no vino al mundo sino para encontrarme. Se llama LINA, es mi mujer, mi amor, mi vida. JAMÁS LA HE VISTO”.
Pero en un quiebro del destino una LINA REAL aparece y con ella su pasado en forma de compañera de colegio y también medio hermana. Finalmente, unirá obsesivamente su destino al de Lina hasta que una serie de acontecimientos adversos la alejarán para siempre de su lado e iniciará de nuevo una vida trivial sin esperanzas.
Además de estas dos secuencias que a modo de pesadilla abren y cierran la obra, la autora alterna su austero hilo narrativo, donde nada parece sobrar, con las expansiones nihilistas del narrador algunas de elevado valor poético. Señalo entre ellas “Pienso” “Ellos” y “La lluvia”.
Una última cita : “El tiempo se desgarra. ¿Dónde reencontrar los territorios borrosos de la infancia? ¿Los soles elípticos coagulados en el espacio negro? ¿Dónde reencontrar el camino volcado en el vacío? Las estaciones han perdido su significado. ¿Mañana, ayer, qué quieren decir esas palabras? No existe sino el presente. Unas veces, nieva. Otras, llueve. Luego hay sol, viento. Todo eso es ahora. Eso no ha sido, no será. Eso es. Siempre. De una vez. Porque las cosas viven en mí y no en el tiempo. Y, en mí, todo es presente”.
Hay una versión cinematográfica de Silvio Soldini de “Ayer” cuyo nombre cambió por "Brucio nel vento", "Cenizas en el viento", con final cambiado y feliz porque según dijo “la gente no podía salir desanimada del cine (Entrevista en El País, 2007). La autora en el mismo artículo afirma que "Ayer" era su novela más autobiográfica.
Lectura inquietante e hipnótica.
Ana Ballester

6 de agosto de 2022

"El vínculo más fuerte", de Kent Haruf

el vinculo mas fuerte kent haruf
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Cruz Rodríguez Juiz
Editorial: Literatura Random House

SINOPSIS: 
Es la primavera de 1977 en Holt, Colorado. La octogenaria Edith Goodnough yace en una cama de hospital y un policía vigila su habitación. Unos meses antes, un incendio destruyó la casa donde vivía Edith con su hermano Lyman, y ahora la acusan de su asesinato. Un día, un periodista llega al pueblo para investigar el incidente y se dirige a Sanders Roscoe, el granjero vecino, que, para proteger a Edith, se niega a hablar. Pero finalmente es la voz de Sanders la que nos contará su vida, una historia que comienza en 1906, cuando los padres de Edith y Lyman llegaron a Holt en busca de tierra y fortuna, y que recorrerá siete décadas.
En esta primera novela, Kent Haruf nos traslada a la ardua América rural, un paisaje hecho de mazorcas de maíz, hierba y vacas, cielos estrellados en verano y abundante nieve en invierno, donde existe un código de conducta indiscutible, ligado a la tierra y la familia, y donde esta mujer sacrificará sus años en nombre del deber y el respeto para luego, con un solo gesto, reclamar su libertad. Haruf nos habla de sus personajes sin juzgarlos, desde la profunda confianza en la dignidad y la tenacidad del espíritu humano que ha hecho que su voz literaria sea inconfundible.

OPINIÓN:
Este es el último libro que me quedaba por leer de Kent Haruf, que sólo publicó cinco en su vida. Fue el primero y lo he leído con devoción pues se trata de uno de los autores que más admiro. Porque tengo debilidad por esos escritores que escarban en sus orígenes con palabras sencillas pero a las que dotan de tanta intensidad que llegan a nuestro corazón y tiñen de esperanza el futuro del ser humano. Estoy pensando en la ‘Trilogía de Tora' de Herbjorg Wasmo, en la de Roy Jacobsen o en la del autor que nos ocupa la 'Trilogía de la llanura'. El encuentro con estos autores no sólo me ha dado un inmenso placer sino que han hecho verdad aquello de la difícil sencillez. Pues bien esta primera obra anuncia todas esas características que han hecho de Kent Haruf un escritor singular y reconocido.
La novela se ubica en ese espacio mítico, un pueblo, llamado Holt (ubicado en Colorado) en donde transcurren todos sus relatos y cuenta la llegada de la familia Goodnough que viniendo en busca de tierras prósperas se ven defraudados por las que encuentran; no obstante, ahí se quedarán. Estamos a comienzos del siglo XX, en 1906. El matrimonio y sus dos hijos vivirán en este contexto rural en donde el duro trabajo y una férrea conducta presidirán sus vidas hasta llegar a 1977 en la que encontramos a Edith, la hija ya anciana, en la cama de un hospital acusada del asesinato de su propio hermano. Las peripecias de sus vidas nos serán narradas por un vecino, Sanders, que conoce bien la historia y cuya mirada compasiva tratará de absolver a la protagonista.
Por otro lado, esta novela pone el foco en el inmenso esfuerzo que en determinadas zonas de Estados Unidos hicieron hombres y mujeres para extraer el sustento de esas áridas tierras donde sólo crecía el maíz en verano y la nieve se amontonaba en invierno. Su tenacidad inquebrantable, sus austeras costumbres y su resignación y sacrificio ante las adversidades los convierten en héroes anónimos de la lucha por la vida. Hace poco estuve en Nebraska y recordé a este autor. Un estado ubicado en las grandes llanuras y en cuyas ciudades arces y robles se yerguen acogedores por sus paseos y que posee un bosque de 141.864 acres de pinos ponderosa y llanuras cubiertas de hierba. En 1906 no había nada, solo desérticas llanuras y la visión de un hombre de Charles E. Bessey que propulsó la plantación de miles de árboles. Hoy suministra tres millones de plántulas. Hay esperanzas de cambiar el destino del planeta ante el desastre climático si nos lo proponemos.
Para terminar insisto en recomendarles no sólo este libro, quizás el más imperfecto de todos ellos, sino también la 'Trilogía de la llanura' y el magistral relato de 'Nosotros en la noche' pues encontrarán vidas ordinarias, rutinas y personajes cotidianos elevados por obra y gracia de su prosa a la categoría de extraordinarios. Un placer asegurado.
Ana Ballester

27 de julio de 2022

"La caída", de Albert Camus

la caida albert camus
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Manuel de Lope
Editorial: Debolsillo

SINOPSIS:
Publicada originalmente en 1956, La caída es la tercera novela de Albert Camus y la última que vio la luz en vida del autor. Consiste enteramente en la confesión que el narrador y protagonista, Jean-Baptiste Clamence, le hace a un oyente silencioso a lo largo de varias jornadas en la ciudad de Ámsterdam, y su extenso monólogo se centra en los hechos que le llevaron a abrazar el sinsentido existencial.
Una noche, al volver a su casa en París, Clamence pasó por un puente en el que vio a una muchacha inclinada sobre el parapeto. Enseguida la oyó arrojarse al agua, pero no hizo nada por socorrerla. A partir de entonces, ha vivido roído por la culpa y no ha dejado de caer en su propia escala moral. En este hombre desgarrado, Albert Camus refleja sin duda a una sociedad de posguerra que lucha con sus fantasmas, mientras busca un centro vital y la verdadera justicia.

OPINIONES:
Fue la lectura de julio de 2022 en el Club de Lectura.

"Mire usted, ¿sabe por qué lo crucificaron a aquel otro, a aquel en quien tal vez usted piensa en este momento?
Bueno, había muchas razones para hacerlo.
Siempre hay razones para asesinar a un hombre.
En cambio, resulta imposible justificar que viva.
Por eso, el crimen encuentra siempre abogados, en tanto que la inocencia, sólo a veces.
Pero, junto a las razones que nos explicaron muy bien durante dos mil años, había una muy importante de aquella espantosa agonía.
Y no sé por qué la ocultan tan cuidadosamente.
La verdadera razón está en que él sabía, sí, él mismo sabía que no era del todo inocente.
Si no pesaba en él la falta de que se lo acusaba, había cometido otras, aunque él mismo ignorara cuáles.
¿Las ignoraba realmente, por lo demás?
Después de todo él estuvo en la escena; él debía haber oído hablar de cierta matanza de los inocentes.
Si los niños de Judea fueron exterminados, mientras los padres de él lo llevaban a lugar seguro, ¿por qué habían muerto, sino a causa de él?
Desde luego que él no lo había querido.
Le horrorizaban aquellos soldados sanguinarios, aquellos niños cortados en dos.
Pero estoy seguro de que, tal como él era, no podía olvidarlos.
Y esa tristeza que adivinamos en todos sus actos, ¿no era la melancolía incurable de quien escuchaba por las noches la voz de Raquel, que gemía por sus hijos y rechazaba todo consuelo? La queja se elevaba en la noche. Raquel llamaba a sus hijos muertos por causa de él, ¡y él estaba vivo!
Sabiendo lo que sabía, conociendo profundamente al hombre —¡ah, QUIÉN HUBIERA CREÍDO QUE EL CRIMEN NO CONSISTE TANTO EN HACER MORIR COMO EN NO MORIR UNO MISMO!—, puesto día y noche frente a su crimen inocente, se le hacía demasiado difícil sostenerse y continuar.
Era mejor terminar, no defenderse, morir, para no ser el único en vivir y para ir a otra parte, a otra parte en que tal vez lo sostendrían.
Y no lo sostuvieron.
Él se quejó por eso, y por añadidura lo censuraron.
Sí, fue el tercer evangelista, según creo, el que comenzó a suprimir su queja. "¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?"
Era un GRITO SEDICIÓN, ¿no es cierto?
ENTONCES ACUDIERON A LAS TIJERAS. Observe usted, por lo demás, que SI LUCAS NO HUBIERA SUPRIMIDO NADA, APENAS SE HABRÍA ECHADO DE VER LA COSA. En todo caso, no habría ocupado un lugar tan importante. DE ESTA SUERTE, EL CENSOR PROCLAMABA LO QUE PRESCRIBE.
El orden del mundo también es ambiguo. El orden del mundo no impide que él, el censurado, no haya podido continuar.
Y, querido amigo, sé bien de lo que hablo. Hubo un tiempo en que a cada minuto yo no sabía cómo podría llegar al siguiente. Sí, en este mundo podemos hacer la guerra, simular el amor, torturar a nuestros semejantes, aparecer en los periódicos, o sencillamente, hablar mal del vecino, mientras tejemos.
Pero en ciertos casos continuar, tan sólo continuar, es algo sobrehumano.
Y él no era sobrehumano, puede usted creerlo. Él GRITÓ SU AGONÍA, Y POR ESO LO AMO, AMIGO MÍO.
Murió sin saber. Lo malo es que nos dejó solos, para continuar, pasare lo que pasare, aun cuando estemos metidos en la mazmorra estrecha, sabiendo a nuestra vez lo que él sabía, pero incapaces de hacer lo que él hizo e incapaces de morir como él.
Claro está que la gente procuró ayudarse un poco con su muerte.
Después de todo, fue un rasgo genial aquello de decirnos: "Vosotros no sois resplandecientes; eso es un hecho. Y bien, no vamos a contar cada detalle. Lo liquidaremos todo de un golpe, en la cruz".
Pero mucha gente sube ahora a la cruz únicamente para que se la vea desde más lejos, aun cuando sea necesario patear al que se encuentra en ella desde hace tanto tiempo.
Demasiada gente decidió PRESCINDIR DE LA GENEROSIDAD PARA PRACTICAR LA CARIDAD.
"¡Oh, qué injusticia, qué injusticia se hizo con él y cómo siento oprimido el corazón!
Vamos, ya empiezo otra vez, me pongo a abogar. Perdóneme usted, comprenda que tengo mis razones. Mire, unas calles más allá hay un museo que se llama Nuestro Señor del Desván. En su época, los hombres situaron sus catacumbas bajo los tejados. Qué quiere usted, aquí los sótanos se inundan. Pero hoy, tenga usted la seguridad de que su Señor, el de ellos, no está ya ni en el granero ni en el sótano. En lo más secreto de su corazón lo pusieron presidiendo un tribunal, y entonces ellos pegan y pegan: y sobre todo, JUZGAN, JUZGAN EN SU NOMBRE.
Sin embargo, él HABLABA TIERNAMENTE a la PECADORA: "YO TAMPOCO TE CONDENO"; pues bien, eso no tiene importancia alguna.
Ellos condenan, no absuelven a nadie. En nombre del Señor, éstas son tus cuentas. ¿Del Señor? Él no pedía tanto, amigo mío.
El quería que lo amaran, nada más.
CLARO ESTÁ QUE HAY GENTES QUE LO AMAN, AÚN ENTRE LOS CRISTIANOS, PERO PUEDE CONTÁRSELAS CON LOS DEDOS DE LA MANO.
Por lo demás, él lo había previsto. Tenía cierto sentido del humor.
Pedro, usted sabe, aquel miedoso, Pedro, pues, renegó de él: "No conozco a ese hombre… No sé lo que quieres decir, etc." Verdaderamente exageraba.
Y ENTONCES ÉL HIZO UN JUEGO DE PALABRAS:
"Sobre esta piedra edificaré mi iglesia."
No se podía llevar más lejos la ironía, ¿no le parece? Pero no, ellos aún triunfan. "Vosotros veis, él lo dijo." En efecto, él lo dijo y conocía muy bien la cuestión.
Y luego partió para siempre, dejándolos juzgar y condenar, con el perdón en la boca y la sentencia en el corazón".

Fue la lectura conjunta elegida en el Club de Lectura de Literatura+1 para Julio 2022.
"La Caída" (1956) es la tercera y última obra de ficción completa del francés nacido en Argelia, Albert Camus (1913-1960), Premio Nobel de Literatura 1957; novela filosófica CORTA, PERO ESPESA ... (99 páginas).
Camus nos deleita con su ingenio al estructurar una CONFESIÓN en el MONÓLOGO de un JUEZ-PENITENTE a un recién conocido compatriota, en un bar portuario de Ámsterdam, donde se ofrece a dicho parroquiano como intérprete del francés al holandés, pues el "gorila" bar ténder no entiende más que el idioma neerlandés.
En el monólogo, que constantemente nos provoca una sonrisa por su finísima IRONÍA, nos pasea por parte de la ciudad de Ámsterdam y también por París, al adentrarse el juez-penitente, cuyo seudónimo es Jean-Baptiste Clamence, en las confesiones con recuerdos de su pasado.
Este cuenta a su nuevo íntimo amigo, cómo era su vida y cómo fue poco a poco cayendo en la desgracia psicológica por lo que ahora está de PENITENTE ... pues la conciencia lo martiriza por un PECADO de OMISIÓN que cometió.
Y así encuentra Camus el vehículo perfecto para desarrollar sus ideas filosóficas sobre el significado de la VIDA y la DESESPERACIÓN, explayándose en temas como la INOCENCIA, las ILUSIONES, el AMOR, la FELICIDAD, la AMISTAD, la CARIDAD, el PERDÓN, la GENEROSIDAD y el EGOÍSMO, la LIBERTAD y el LIBERTINAJE, el PECADO y la CULPA, la MUERTE, el SUICIDIO, el DUELO, el JUICIO FINAL, etc ...
En fin, muchos aspectos de la humanidad son comentados desde su visión filosófica de la existencia ... tras lentes de diferentes colores: EXISTENCIALISMO, ABSURDISMO y NIHILISMO ...
Es una obra para leer despacio y MEDITAR.

"Porque no puede decirse que ya no haya más piedad. ¡No, diablos! No dejamos de hablar de ella. Lo que ocurre es que sencillamente, no se absuelve ya a nadie.
Sobre la inocencia muerta pululan los jueces, los jueces de todas las razas, los de Cristo y los del Anticristo que, por lo demás, son los mismos, reconciliados en la mazmorra estrecha. Porque no hay que caer únicamente sobre los cristianos; los otros también están en la cuestión.
¿Sabe usted en qué se convirtió, en esta ciudad, una casa que cobijó a Descartes?
En un asilo de locos. Sí, es el delirio general y la persecución. Nosotros también, por supuesto, nos vemos obligados a incluirnos. Habrá podido darse cuenta de que no perdono nada y sé que por su parte usted piensa más o menos lo mismo. De manera que, puesto que todos somos jueces, somos todos culpables los unos frente a los otros, somos todos Cristos a nuestra mezquina manera: crucificados uno a uno y siempre sin saber. O, por lo menos, lo seríamos si yo, Clamence, no hubiera encontrado la salida, la única solución, la verdad, en fin"…
Lucila Argüello

Este libro de indecisa calificación genérica y que bien podría ser un monólogo teatral, una novela, un cuento largo o por qué no un ensayo, aparece unos meses antes de recibir el Premio Nobel, en 1956 y cuatro años después fallece sin haber publicado nada nuevo.
Acodado en la barra de un sórdido bar de Ámsterdam, el protagonista Jean Baptiste Clamens, como se hace llamar, abogado de profesión, aborda a un desconocido extranjero que parece tener dificultades para hacerse entender y le brinda su ayuda además de recabar su atención para relatarle la historia de su vida. Su voz es la única que vamos a oír de lo que se deduce que el lector carecerá de otro punto de vista que hubiera podido facilitarle la comprensión en algún momento de lo relatado.
La narración se desarrolla en cinco encuentros divididos en seis partes y tienen lugar en diferentes escenarios: el bar, México-City, las calles de Ámsterdam, una excursión a la isla de Marken, el barco de regreso y la habitación del hotel. A su vez forman dos bloques simétricos, separados por “EL DESCUBRIMIENTO ESENCIAL”: una tarde, en un puente de París, Clamence, entonces en la cima del éxito y lleno de buena conciencia, asiste sin intervenir al suicidio de un joven mujer.

“Había recorrido ya unos cincuenta metros más o menos, cuando oí el ruido, que a pesar de la distancia me pareció formidable en el silencio nocturno, de un cuerpo que cae al agua. Me detuve de golpe, pero sin volverme. Casi inmediatamente oí un grito que se repitió muchas veces y que fue bajando por el río hasta que se extinguió bruscamente. […] he olvidado lo que pensé en aquel momento. ”Demasiado tarde, demasiado lejos…", o algo parecido. Me había quedado escuchando inmóvil. Luego, con pasitos menudos, me alejé bajo la lluvia. A nadie di aviso del incidente”.

Este hecho supondrá el punto de partida de su personal bajada a los infiernos que le hará alejarse de París y recalar en un bar de mala muerte en Ámsterdam. Descubre que la FELICIDAD o ese estado de INOCENCIA en los que vive y que extrae tanto de su trabajo como de sus relaciones sociales, se fundan en un uso instrumental de aquellos con los que se relaciona. Esto le permitía sentirse superior -“Los jueces castigaban, los acusados expiaban su falta, y yo, libre de todo deber, sustraído al juicio y a la sanción, reinaba libremente en una luz edénica“- y despreciar en ocasiones a aquellos a los que defendía, pero también se le revela que del mismo modo que él juzgaba desde su superioridad también era juzgado por los demás.
El término “INOCENCIA” aparece en repetidas ocasiones en esta obra lo que me ha llevado a precisar su significado. Es leyendo un artículo magnífico de Jean Bloch-Michel llamado “Albert Camus y la tentación de la inocencia” donde encuentro una aproximación a este término ”Así pues la inocencia perece en cada uno de nosotros el día en que nuestra felicidad choca con las dos únicas potencias que tienen fuerza bastante para destruirla: la moral y la Historia. La caída no es otra cosa. Es el descubrimiento brusco de la culpa, no original, sino histórica y, por consiguiente, moral”.
O dicho de otra manera somos inocentes y felices hasta que la moral (es decir aquellos sistemas de pensamiento que nos dicen lo que está bien o mal) o la reflexión sobre los avatares históricos del ser humano (por ejemplo las atrocidades de la segunda guerra mundial) nos borra todo vestigio inocente para sumirnos en la CULPA de la cual TODOS PARTICIPAMOS. Por eso también afirma el crítico “Este acontecimiento obliga a reconocer a los demás y a reconocer también no sólo la necesidad, sino el valor de los nuevos lazos que anudan a los demás con uno mismo”.
El suicidio de la joven pone a Clamens ante el sinsentido de la vida, ese absurdo que nace de la confrontación del mundo indiferente con el hombre que desea encontrar razones para vivir y que no encuentra y cuyas salidas religiosas o políticas no le bastan. Camus aboga por la aceptación del “absurdo” definitorio de la condición humana. La vida, dice, “se puede vivir mejor si no tiene sentido”.
También le revela a Clamens su DUPLICIDAD -“Lo cierto es que, después de largos estudios hechos sobre mí mismo, vine a descubrir la duplicidad profunda de la criatura humana. Comprendí entonces, a fuerza de hurgar en mi memoria, que la modestia me ayudaba a brillar; la humanidad, a vencer, y la virtud, a oprimir“-, duplicidad que intentará sacar a la luz de aquellos que encuentre en ese reducto casi infernal que es el México-City investido de lo que llama juez-penitente con una doble faceta: procederá a la confesión de su amargo pasado en su calidad de penitente, por un lado para, por otro, arrogarse el derecho de juzgar a su interlocutor que llevado por la espiral confesional de Clamens procederá a la suya y asumirá el veredicto final.
No obstante, esta actitud contrita no está exenta de soberbia tal y como nos dice el propio Clamens al final de su confesión “De nuevo he vuelto a, permitírmelo todo; y esta vez sin risas. No cambié de vida, continúo amándome y sirviéndome de los demás, sólo que la confesión de mis faltas me permite volver a comenzar con mayor facilidad y gozar dos veces, primero de mi naturaleza y luego de un encantador arrepentimiento”. En conclusión hay que seguir viviendo al precio que sea.
Y ahí lo dejo. Obra difícil, de ambigua interpretación que se desarrolla en un contexto lleno de brumas lejos del esplendor mediterráneo, con un personaje sofisticado y cínico cuyo infinito monólogo lo sitúa en un género indeterminado y que desasosiega a la hora de buscar su significado.
Ana Ballester

13 de junio de 2022

"El mar blanco", de Roy Jacobsen

el mar blanco roy jacobsen
FICHA TÉCNICA:

Género: Narrativa
Traducción: Bente Teigen Gundersen & Mónica Sainz Serrano
Editorial: AdN Alianza de Novelas

SINOPSIS: 
Nadie puede estar solo en una isla... Sin embargo, Ingrid está sola en Barrøy, la isla que lleva su nombre, mientras la guerra de su infancia ha sido sustituida por una guerra aún más terrible y Noruega se encuentra bajo el dominio de los nazis. Cuando el mar arrastra a la orilla los cuerpos de los soldados de un buque bombardeado, Ingrid no se imagina que uno de ellos aún tendrá vida suficiente para borrar toda una existencia de soledad. Tampoco se imagina lo que sufrirá para proteger a su amante de los alemanes y de los colaboradores noruegos ni el periplo al que se enfrentará para volver a casa tras ser arrancada de su isla. Ni que, durante los estragos de la guerra, rodeada de refugiados que huyen de la hambruna por tierra quemada, recibirá un regalo de valor inconmensurable. Roy Jacobsen retoma a los personajes de Los invisibles y nos sumerge con mayor profundidad en sus vidas al tiempo que hace un poderoso retrato de un año decisivo en la historia de Noruega.

OPINIÓN:
Segunda novela que leo de Roy Jacobsen, autor que se define en una entrevista como “un laboratorio para el nacimiento del estado de bienestar en Noruega”, pues a partir de los años 60 se descubrió petróleo en el mar del Norte y se pasó de la pobreza a vivir una rápida prosperidad. Esto supuso la eliminación de formas de vida -que se basaban sobre todo en la pesca- ignoradas por los autores noruegos contemporáneos por no haberlas vivido, según afirmación del autor. Sin embargo, él sí llegó a conocerlas pues su familia procedía de una isla y sus veraneos están llenos de recuerdos de su estancia de lo que él llamaba “un campo de trabajo”.
Pues bien esta obra “El mar blanco” es la segunda de una tetralogía en la que reflexionará sobre este tema: la primera, 'Los invisibles' -que he leído de nuevo pues no me acordaba bien de la saga familiar- nos narra la historia de tres generaciones en los primeros cuarenta años del siglo pasado, y su lucha, día a día, por sobrevivir desde bien pequeños en medio de un clima espantoso.
La segunda, 'El mar blanco', revive de una forma conmovedora las consecuencias de la ocupación alemana en Noruega (1940-45) que provocó una dispersión de seres humanos huyendo sobre todo del hambre (y que tanto nos recuerda al desarrollo de la guerra de Ucrania) provocada por la política de tierra arrasada de los nazis. También abandonan Barrøy los últimos habitantes -Ingrid y su tía Barbro-, un lugar que fue una “sociedad, con seres humanos y animales y un faro, con tempestades y perseverancia, con trabajo, verano e invierno y prosperidad”.
Será Ingrid, ya adulta y figura central en 'Los invisibles', la que vuelva a tomar el timón de los acontecimientos. Su solitaria vuelta a la isla después de abandonar su trabajo en la Factoría de pescado coincide con el bombardeo de un buque de guerra alemán que lleva también prisioneros rusos, uno de los cuales, todavía vivo, recala junto con otros cadáveres en las playas de la isla. Vivirán una gran historia de amor y sufrirá por ello un doloroso segundo exilio de Barrøy. Su vuelta esta vez será distinta pues irán sumándose no sólo la familia que le quedaba, sino también otros que lo perdieron todo. La guerra ha terminado.
Es una bella historia escrita con las palabras justas en las que se plantea los misteriosos vínculos entre geografía e identidad, en donde lo no dicho y la soledad conviven en armonía y en donde sólo se necesita un reloj “porque incluso un isleño necesita una silenciosa división entre los dos días que transcurren entre cada vez que es preciso darle cuerda al reloj”.
En muchos momentos alcanza tal tensión poética que me ha emocionado: “Vivir en una isla es buscar […]; la mirada de un isleño siempre busca, independientemente de las labores que desempeñen su mente y sus manos, miradas desasosegadas sobre las islas y el mar que captan cualquier mínimo cambio, registran la señal más insignificante, avistan la primavera antes de que llegue y la nieve antes de que aplique sus pinceladas blancas sobre las cunetas y las depresiones del terreno, hallan a los animales antes de que mueran y a los niños antes de que se caigan y a los peces invisibles del mar bajo las bandadas de alas blancas; la mirada es el corazón latiente del isleño.”
Excelente.
Ana Ballester

8 de junio de 2022

"El jugador", de Fiódor Dostoievski

el jugador dostoievski
FICHA TÉCNICA:

Género: Narrativa
Traducción: Juan López-Morillas
Editorial: Alianza

SINOPSIS: 
Novela de indudable trasfondo autobiográfico, EL JUGADOR (1866) refleja los dos grandes impulsos -el juego y la pasión amorosa- que dominaron la vida de Fiódor Dostoyevski (1821-1881). En medio de una galería de personajes desarraigados y trashumantes que deambulan por la ciudad-balneario de Wiesbaden (el «Roulettenburg» de la ficción), la patética figura de Aleksei Ivanovich personifica el goce y la angustia del tipo humano que acaba por canalizar toda su capacidad de protesta en la pasión por el juego como vía de acceso, mediante el dolor y el envilecimiento, a una libertad vorazmente deseada.

OPINIÓN:
Fue la lectura de mayo de 2022 en el Club de Lectura.

Libro autobiográfico, la novela "El Jugador" está escrita a manera de diario, en primera persona.
Fiodor Dostoyevski utiliza algunos nombres falsos y con distinta nacionalidad en esta historia tan bien engranada para representar la desesperación, depresión, dramatismo y pasiones humanas a través de la ludopatía, la cual él padeció en algún momento de su vida, nadie como él sabía lo que se vive en una mesa de juegos, su situación económica lo arrastró a las apuestas.
Ingleses, franceses, alemanes, rusos, polacos, todos caballeros y damas que aparentaban pertenecer a la burguesía, se daban cita en el casino para tratar de dar un giro al destino de sus vidas en unos minutos; Incrementar su economía y poder pagar deudas, rescatar hipotecas, o comprar el amor y de paso, experimentar el sobresalto, la emoción que se vive al apostar.
Dostoyevski utilizó, para enmarcar las escenas principales, un paño verde y una ruleta. Sabremos entonces que existe una demarcación entre el juego llamado de mal género y el que es permitido a un hombre correcto. Hay dos clases de juego: uno para los caballeros y otro plebeyo, rastrero... Un caballero favorecido por la suerte sonreirá y bromeará, el juego es solo un pasatiempo y no debe denotar emoción aunque pierda. Un plebeyo gritará, reclamará y recriminará por su mala suerte al perder.
Sobre algunos personajes:
Alexei Ivanovich es nuestro personaje principal, joven displicente y con un realismo que de pronto puede rayar en lo morboso, su actuar, sus comentarios y su forma de relacionarse con los demás le hará verse en la penosa necesidad de utilizar la ruleta para salvar sus finanzas y al mismo tiempo salvar una pasión malsana por Polina.
A través de Alexei el autor nos narra apreciaciones o criticas a los franceses e ingleses sin dejar de lado a los mismos rusos. Dostoyevski nos reproduce los conflictos de la sociedad de la época: las tensiones políticas y religiosas, la hipocresía social, las relaciones humanas, el mundo del trabajo o la importancia del dinero.
Polina es un personaje al cual Dostoyevski no cambió nombre, es el nombre original de su amante en la vida real y por la que al parecer perdió la cabeza, una relación tóxica que el autor no tuvo reparo en describir en esta obra.
La aparición de la "Babulinka", otro personaje en la historia, es la abuela enferma a la que espera la familia se muera pronto para poder heredar, la babulinka va a conocer el casino y nos sorprende igual que sorprendió a su familia al apostar, saborear el triunfo y vivir la pérdida de casi todo su dinero, la abuela nos hace ponernos a pensar en que de alguna manera ella decide disfrutar sus últimos días antes que heredar a sus ingratos familiares.
Para terminar el diario, Alexei Ivanovich habla sobre la miseria de la moral, con qué orgullo y satisfacción las personas censuran la conducta ajena, ¿qué puede predecir la gente cuando pendemos del destino de una ruleta?, si hoy saliera ganador me abrazarían y me aceptarían entre ellos, la naturaleza humana puede renacer en tanto no esté hundido del todo.
Al finalizar la lectura me quedé con la sensación de que la vida misma es como estar jugando a la ruleta, todas nuestras decisiones y hasta el mismo amor pueden estar basados en una apuesta con el destino.
"El amor es como apostar en la ruleta".
El jugador tiene una importante anécdota, fue escrito en 26 días, Dostoyevski lo dictó a la taquígrafa Anna Grigórievna Snítkina, que meses después se convertiría en su segunda esposa.
Cierro comentario recomendando la lectura, Dostoyevsky nos remueve los conceptos morales para poder abrir las mentes acostumbradas al reposo.
Blanca Toral

"¡La culpa es de Paulina, toda la culpa es suya!
Quizá ni siquiera hubiese llegado a pensar en cometer esas pillerías si ella no hubiese estado allí. ¡Quién sabe! Quizás hice todo eso por desesperación (aunque es estúpido razonar así), y no comprendo, no puedo comprender lo que ella tiene de bueno.
Es bonita, por lo menos yo así lo creo. Y yo soy el único a quien vuelve loco. Es alta y bien formada. Pero es muy delgada. Tengo la impresión de que se podría hacer un nudo con ella o doblarla en dos. La huella de sus pies es larga y estrecha…, torturante. Torturante, ésta es la palabra. Tiene reflejos rojos en los cabellos. Verdaderos ojos de gata, ¡y cuánto orgullo y arrogancia sabe poner en ellos! Hace unos cuatro meses, cuando acababa de entrar a su servicio, tuvo una noche, en el salón, una larga conversación con Des Grieux. Estaban muy animados. Ella le miraba de tal manera… que cuando subí a acostarme más tarde, me imaginé que ella le había dado una bofetada, que acababa de dársela, y que estaba de pie ante él, mirándolo …
Aquella noche me enamoré de ella".

Ha sido la lectura de mayo 2022 del club de lectura de Literatura + 1.
Esta breve, pero magna, creación del genial autor ruso Fiódor Dostoevsky, (Moscú, 11 de noviembre de 1821 – San Petersburgo, 9 de febrero de 1881) quien según he leído pertenece al movimiento del realismo literario, al tener rasgos autobiográficos, no puede separarse de los acontecimientos que marcaron la vida del autor previamente a la época en que por fin publicó esta novela (1867), que ya había ideado y planeado varios años antes ...
La obra maestra "El Jugador", fue escrita (1866), o mejor dicho, DICTADA en sólo 26 tardes, por Fiódor a la estenógrafa Anna Dostoyévskaya (con quien contrajo matrimonio meses después) mientras por la mañana, él escribía “Crimen y Castigo”, BAJO UNA GRAN PRESIÓN de TIEMPO, debido a un contrato del editor, con fecha límite, que de no cumplirse, le acarrearía enormes pérdidas; y gran PRESIÓN ECONÓMICA, causada por las acuciantes deudas adquiridas en parte por su afición al juego, y por haber asumido las responsabilidades de su hermano fallecido: deudas y la manutención de su familia.
Tal vez debido a esta premura, la novela adquiere un estilo muy FLUIDO y un RITMO DINÁMICO y ACELERADO: una VELOCIDAD CINEMATOGRÁFICA, tanto en las descripciones, como en el FLUJO DE CONCIENCIA del narrador homodiegético.
Algunos críticos consideran esta obra como un autoEXORCISMO psicológico practicado por Dostoevsky para librarse de sus demonios internos: la LUDOPATÍA que lo mantenía en constantes DEUDAS … No en balde es referido por Nietzsche como "El único psicologista del que he aprendido algo".
“El Jugador" es sin duda, una obra maravillosa: la siento como una gran novela PSICOLÓGICA; elaborada como una DRAMÁTICA TRAGICOMEDIA y novela del ABSURDO, cuyos PERSONAJES CARICATURESCOS, muy bien descritos, llenos de vida y personalidad, se dedican a vivir la VIDA LOCA, dominados por PASIONES INCONTROLADAS, con la mayor IRRACIONALIDAD posible. Sus personalidades, demenciales y odiosas, están muy bien caracterizadas todas ...
Alexis, alter ego de Fyodor Dostoevsky (nombre del hijo de Dostoevsky de tres años, muerto en 1878, y usado también para el protagonista de los “Hermanos Karamazov” (1880)) … Alexis, pues, es el narrador no confiable de “El Jugador“ por ser el protagonista, y es, además, el típico anti-héroe Dostoevskyiano. Él es un joven ruso, con educación universitaria, locamente enamorado de Paulina, hijastra de El General, con quien mantiene una ponzoñosa-relación-amor-odio ... al tiempo que ella, a su vez, ama a un supuesto noble y adinerado francés ... Paulina, estilizada y de gran belleza, de hermosa y abundante cabellera con reflejos rojizos y grandes ojos de gata, es muy arrogante y tiene a sus pies al francés, al inglés y al preceptor Alexis, su esclavo.
Alexis, que funge como mentor de los hijos del viudo General, un ruso retirado de 55 años, arruinado, que vive de préstamos, fingiendo ser rico, en un balneario alemán de aguas termales y medicinales, que es al mismo tiempo un centro de casinos ... El General está fervientemente enamorado de una joven femme fatale francesa de 25 años, que se supone es una actriz disfrazada de noble, con una madre falsa.
La tabla de salvación y esperanza del General, es que fallezca pronto en Rusia, una tía millonaria que le heredará una gran fortuna y así podrá comprometerse en matrimonio con su amada, mademoiselle Blanche, la interesada francesa ...
Pero la tía, que supuestamente está moribunda, aparece de repente en el hotel y después de desenmascarar al General y decirle que ha leído todos sus telegramas preguntando si ella ya ha muerto, le grita que no le dará dinero, ni lo heredará, y se va al casino a jugar casi toda su fortuna ... y pierde.
Los temas que la novela "El Jugador" sugiere, son muchos:
Además de la LOCURA DEL JUEGO o sea EL VICIO O ENFERMEDAD DE LA LUDOPATÍA: el ABSURDO del COMPORTAMIENTO HUMANO; las FALSAS APARIENCIAS y el FINGIMIENTO SOCIAL; el INTERÉS MONETARIO en las RELACIONES amorosas y familiares; los AMORES TÓXICOS; el RESURGIMIENTO después de un gran fracaso; también, supuestamente, describe el APASIONADO CARÁCTER RUSO versus los demás países europeos. Hay ironía y burla, y escenas de gran comicidad, en las que a veces con tintes de XENOFOBIA se da forma a una CRÍTICA SOCIAL de la ALTA SOCIEDAD EUROPEA de la época.
Me ha gustado mucho, a pesar del sabor a frustración que deja tanta locura humana, y la recomiendo como una obra maestra de la Literatura universal.

"Vingt-deux! —gritó el croupier.
Había ganado.
Arriesgué el total: mi primera postura y lo ganado. —Trente et un! —exclamó el croupier. ¡Gané otra vez!
Esto me daba un total de ochenta federicos. Lo puse todo en las doce cifras de en medio (ganancia triple, pero dos posibilidades en contra). Comenzó a rodar la ruleta y salió el veinticuatro. Me dieron tres cartuchos de cincuenta federicos y diez monedas de oro. Poseía ahora un total de doscientos federicos.
En una especie de angustia febril, dejé todo el dinero sobre el rojo…, y de pronto volví en mí. Fue la única vez durante aquella noche en que el terror me heló, manifestándose por un temblor de mis manos y mis pies. Con horror me di cuenta, en un momento de lucidez, de lo que hubiese significado para mí perder en aquel instante.
¡Toda mi vida estaba en juego!
—Rouge! —gritó el croupier. Recobré el aliento: hormigas ardientes recorrían todo mi cuerpo. Me pagaron, en billetes de banco, un total de cuatro mil florines y ochenta federicos. Todavía podía hacer el cálculo.
Recuerdo que luego, puse dos mil florines en las doce cifras de en medio y perdí. Jugué mi oro y mis ochenta federicos y perdí. El furor se apoderó de mí. Tomé los dos mil florines que me quedaban y los coloqué en las doce primeras cifras… al azar, a ciegas, sin calcular.
Hubo un momento de espera, una emoción parecida quizás a la que experimentó madame Blanchard cuando, en París, fue lanzada desde su globo al suelo.
—Quatre! —exclamó el croupier. Con la postura anterior, esto me hacía dueño de nuevo de seis mil florines. Adopté una actitud triunfante, y ya no tuve miedo de nada.
Puse cuatro mil florines al negro. Unas diez personas se apresuraron a poner al negro como yo.
Los croupiers cambiaron miradas y hablaron entre sí. Todos hablaban y esperaban. Salió el negro. A partir de este momento no recuerdo ni las ganancias ni la sucesión de posturas.
Recuerdo solamente, como en sueños, que ya había ganado casi dieciséis mil florines.
De pronto, tres jugadas desgraciadas me hicieron perder doce mil.
Entonces puse los últimos cuatro mil al Passe (pero en aquel momento no me daba cuenta de casi nada, esperaba maquinalmente sin pensar en nada).
Gané de nuevo, y volví a ganar cuatro veces seguidas. Recuerdo solamente que amontoné los florines por millares.
Recuerdo también que las cifras de en medio, a las que no dejaba, salieron con mucha frecuencia.
Salían con regularidad, siempre tres o cuatro veces seguidas; luego desaparecían durante dos jugadas, y volvían por tres o cuatro veces consecutivas.
Esta asombrosa regularidad suele ocurrir a veces, y es lo que confunde a los jugadores profesionales que hacen cálculos lápiz en mano. ¿Qué terribles ironías de la suerte no se manifiestan aquí?"
Lucila Argüello

"El jugador" parecía una historia tan simple pero está tan bien escrito que en cuanto lo inicias te mete en un juego que no puedes parar. Atrapa, entretiene, cautiva en cada capítulo hay algo divertido, enojoso, intrigante que te obliga a seguir leyendo con prisa pero con cautela, pues es posible que algo se escape y uno tenga que volver al casino, al hotel o quizá a alguna calle por donde Alekséi o Polina o cualquiera de los otros pudieron pasar en su loca y desenfrenada visita a Alemania o Paris. La historia está basada en la experiencia del autor cuando en un viaje por Europa se siente atrapado por el juego de azar y la atracción física por una hermosa mujer mientras que su esposa moría de una terrible enfermedad.
El personaje principal y narrador es Aleksei Ivanovich, un bachiller ruso contratado por un general para ser tutor de sus dos pequeños hijos que son hermanitos de Pauline, la hijastra del general: Polina, para los amigos en Europa. Y es a través de su particular mirada de ruso noble pero no rico que nos enteramos de la ambición del general y su forma desmedida de gastar fortunas, de la imperiosa necesidad de la joven Polina de conseguir un matrimonio conveniente y la natural inclinación de la juventud rusa a quedar subyugada por los hombres franceses que son todo lo opuesto a la tosquedad rusa. Poco sabemos de la vida de Aleksei pues en esencia lo que escribe en su diario o en ese cuaderno o bitácora de viaje, Ivanovich plasma sus pensamientos sobre lo que acontece día a día mientras su patrón se mantiene a la espera del anuncio de la muerte de la tía millonaria, y no es difícil de entender que eso sea lo que el general espera con ansias pues la familia esta hipotecada hasta más no poder. Lo que más me gustó es que aunque si hay un punto de inicio de la historia, la llegada de Ivanovich al hotel donde se hospeda la familia, el autor no se toma el tiempo ni inventa a otro narrador para explicar quien es el narrador, simplemente sigue, como si fuera otra anotación en la libreta, y creo que eso es lo que nos hace sentirnos parte de cada escena, o anécdota y da una sensación de que podemos participar en el juego, detener a la abuela o aplaudirle, seguir a Ivanovich hasta el hotel mirando hacia todos lados por si alguien lo acecha para asaltarlo y así con todo. Queda muy claro que es un autor muy inteligente. Y los personajes, parece que son muchos pero jamás te sientes abrumado o confundido todos son muy importantes en esta historia, no hay nadie que sobre y todos tienen personalidades e ideales diferentes, todos buscan algo pero también todos están conectados con la tía anciana y con el mismo Ivanovich.
La parte romántica no fue nunca romántica, aunque Ivanovich se declara enamorado y al final le dicen que ella también lo ama era un amor condenado a la nada por todas las razones posibles menos la indiferencia. Polina es como muchas chicas que conozco que detestan ser admiradas o amadas por los pobres o los feos pero a la vez se sienten halagadas por despertar tanto interés en ellas pero siguen persiguiendo al guapo, al popular, al más adinerado aunque ese ni aprecie lo que el otro aprecia, admira y halaga.
El tema de la adicción estuvo muy ben trabajado, se nota que el autor domina el tema teórica y prácticamente. Hasta daban ganas de ir a probar suerte.
Sonia Servìn

Es verdad que cuando se inicia la lectura de cualquier obra, el tiempo del "ahora" se detiene y, a veces, con dificultad nos enfrentamos a lejanas y desconocidas realidades con las cuales no hay parangón posible en nuestro día a día. Tal es el caso de la obra que nos ocupa.
Porque veamos ¿quiénes son los personajes de esa estrambótica troupe -que nos aparece de la mano de Aléxei en forma de puntual diario, tutor de los dos hijos del general- formada por unos rusos con pretensiones, encabezados por un General que no es General sino Coronel, ya entrado en años, que bebe los vientos por una vividora de oscura procedencia, Mlle Blanche, y cuya enigmática hijastra, la del General, Polina, parece vivir aplastada por un oscuro secreto y es el objeto del deseo tanto de un aventurero francés de Des Grieux, como de un inglés, el más decente de todos y depositario de lo que algunos ocultan?
Porque, además, están preocupados: unos, los franceses, porque no se les paga un dinero que se les debe y cuyo retrato no es nada benévolo pues, según Aléxei, son elegantes, mundanos, pero también codiciosos, fríos y calculadores; y del otro lado los rusos que viven agónicamente el día a día esperando la solución a sus problemas económicos provocados por su carácter confiado, su escasa percepción de la realidad y cuya solución pasa por la muerte de la abuela del General. Está claro que Dostoievski no ha desaprovechado la ocasión de fustigar a los europeos que detesta.
En esta atmósfera de suspense en donde todos aguardan, aparece la babulinka cual meteorito inesperado: entramos de lleno en la segunda parte del diario. Y no va a dejar títere con cabeza. En un capítulo antológico (IX) que justificaría lo que se ha dado en llamar por Bajtin en su obra 'Problemas de la poética de Dostoievski' “la carnavalización” se dedicará a arrancarles la careta a cada uno de ellos y ponerlos frente al espejo de su realidad. El movimiento febril de la abuela, sus aceradas sentencias dirigidas a los presentes, el asombro de la tropa que se ve vapuleada sin compasión por aquella que creían resolvería sus problemas constituye el momento culmen de la novela.
A partir de ahí, tercera parte, la sinrazón desbocada en forma de RULETA hará su aparición: la de la babulinka, espoleada por la venganza, se batirá en retirada habiendo dilapidado una fortuna. El narrador, Aléxei, ya atrapado en momentos anteriores de la novela en la excitación que supone el riesgo y el reto al destino y, tomando como excusa la urgente ayuda con la que desea socorrer a Polina, su pretendida pasión amorosa, entrará en el frenesí del juego hasta tal punto que en un momento del relato (Cap. XV) llegará a decir “Juro que sentía lástima de Polina, pero, cosa rara, desde el momento en que la víspera me acerqué a la mesa de juego y empecé a amontonar fajos de billetes, mi amor pareció desplazarse a un segundo término”. Y si bien los hados de la suerte parece que soplan a su favor -ganará esta vez una fortuna- no lo harán a favor de su relación con Polina que desaparecerá.
En una vuelta de tuerca sin mucho sentido, dilapidará su fortuna en París con Mademoiselle Blanche con la perspectiva de que el azar de nuevo le favorezca cuando está sumido en la pobreza: “De lo que se trata es de que basta un giro de la rueda para que todo cambie, y de que estos moralistas —estoy seguro de ello— serán entonces los primeros en venir a felicitarme con chanzas amistosas. Y no me volverán la espalda, como lo hacen ahora. […] Mañana puedo resucitar de entre los muertos y empezar a vivir de nuevo. Aún puedo, mientras viva, rescatar al hombre que va dentro de mí.”
En cuanto a su pasión por el juego, quiero hacerme eco de lo sugerido por JOSEPH FRANK 'DOSTOIEVSKI LA SECUELA DE LA LIBERACIÓN' 1860-1865‘ en donde afirma que lo más interesante de su adicción fue la teoría que creó acerca de ella pues tenía la convicción de que si controlaba emociones y sentimientos, es decir, si suprimiera la parte irracional, ganaría: "No creas que me estoy jactando cuando te digo que conozco el secreto de ganar […] este secreto, yo lo conozco, es terriblemente estúpido y sencillo, y consiste en dominarse en cada momento y en no dejarse excitar, cualquiera que sea el juego. Y eso es todo".
Sin embargo, Dostoievski conocía la imposibilidad de ese control emocional para privilegiar a la razón, y subraya el crítico que este intento de elevarse por encima del nivel de lo humano se relaciona con uno de los grandes temas de la literatura occidental. "Poner en práctica sueños del helado dominio de la razón invariablemente se han presentado como una causa de sacrilegio y un monstruoso desorden moral, pues significan el intento de la humanidad de levantarse como rival y sustituto de la voluntad del Dios cristiano, que dotó a la especie humana con una gama intermedia y una posición ambigua en esa gran cadena del ser que durante tantos siglos gobernó la imaginación del hombre occidental".
Y termina: "También el juego puede interpretarse como un intento de Dostoievski de poner continuamente a prueba su convicción general del poder de lo irracional en la existencia humana".
Ana Ballester
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