23 de enero de 2021

"El infinito en un junco", de Irene Vallejo

el infinito en un junco irene vallejo
FICHA TÉCNICA:
Género: Ensayo
Editorial: Siruela

SINOPSIS: 
Este es un libro sobre la historia de los libros. Un recorrido por la vida de ese fascinante artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo. La historia de su fabricación, de todos los tipos que hemos ensayado a lo largo de casi treinta siglos: libros de humo, de piedra, de arcilla, de juncos, de seda, de piel, de árboles y, los últimos llegados, de plástico y luz.
Es, además, un libro de viajes. Una ruta con escalas en los campos de batalla de Alejandro y en la Villa de los Papiros bajo la erupción del Vesubio, en los palacios de Cleopatra y en el escenario del crimen de Hipatia, en las primeras librerías conocidas y en los talleres de copia manuscrita, en las hogueras donde ardieron códices prohibidos, en el gulag, en la biblioteca de Sarajevo y en el laberinto subterráneo de Oxford en el año 2000. Un hilo que une a los clásicos con el vertiginoso mundo contemporáneo, conectándolos con debates actuales: Aristófanes y los procesos judiciales contra humoristas, Safo y la voz literaria de las mujeres, Tito Livio y el fenómeno fan, Séneca y la posverdad… 
Pero, sobre todo, esta es una fabulosa aventura colectiva protagonizada por miles de personas que, a lo largo del tiempo, han hecho posibles y han protegido los libros: narradoras orales, escribas, iluminadores, traductores, vendedores ambulantes, maestras, sabios, espías, rebeldes, monjas, esclavos, aventureras… Lectores en paisajes de montaña y junto al mar que ruge, en las capitales donde la energía se concentra y en los enclaves más apartados donde el saber se refugia en tiempos de caos. Gente común cuyos nombres en muchos casos no registra la historia, esos salvadores de libros que son los auténticos protagonistas de este ensayo.
Premio Nacional de Ensayo 2020.

OPINIÓNES:
Fue la lectura de marzo de 2021 en el Club de Lectura.

Llevaba tiempo deseando leer este libro, pero he ido dejando la lectura para unos días en que pudiera ponerme a ello con calma, ya que el contenido bien lo merece. Y después de leerlo, puedo decir que la calidad del libro también.
En este ensayo, Vallejo se remonta a la Grecia y Roma antiguas para trasladarnos al momento de la invención de los libros. En lugar de inclinarse por un tono más académico, la autora opta por una aproximación de un estilo más literario, que se adapta perfectamente al tema que trata. También considero un acierto la introducción de referencias a la cultura popular, muy útil a la hora de contextualizar algunos de los hitos abordados.
“En infinito en un junco” nos acerca a momentos fundamentales en la historia de la humanidad, como el nacimiento de la biblioteca de Alejandría, la transición de la tradición oral a la cultura escrita, la invención del alfabeto o la aparición de las primeras librerías y libreros.
La lectura de “El infinito en un junco” resulta apasionante de principio a fin. Una joya para amantes de la lectura y de los libros.
Ana Rayas

"En los primeros párrafos de su obra, el historiador se pregunta por el inicio de las luchas entre europeos y asiáticos. Encuentra ecos de ese conflicto originario en los antiguos mitos. Todo empezó con el secuestro de una mujer griega, llamada Ío.
Un grupo de mercaderes, o, más bien, de traficantes —las diferencias entre unos y otros siempre fueron volátiles en la Antigüedad—, desembarcaron en la ciudad griega de Argos para exhibir su mercancía. Algunas mujeres se acercaron a la orilla atraídas por aquellos productos exóticos. Curioseaban arremolinadas junto a la popa de la nave extranjera cuando, de repente, los vendedores, que eran de origen fenicio, se abalanzaron sobre ellas. La mayoría se defendió con uñas y dientes y consiguió escapar, pero Ío no tuvo tanta suerte. La capturaron y la llevaron a la fuerza hasta Egipto, convertida ella misma en mercancía.
Este secuestro, según el relato de Heródoto, fue el principio de toda la violencia.
Poco después, un destacamento de griegos en misión de castigo desembarcó en Fenicia —hoy Líbano— y raptó a Europa, la hija del rey de Tiro.
El empate en los atropellos duró poco, porque los griegos secuestraron también a la asiática Medea en el territorio de la actual Georgia.
En la generación siguiente, Paris decidió agenciarse mujer por el procedimiento del rapto, llevándose a la bella Helena por la fuerza rumbo a Troya.
Esta agresión colmó la paciencia de los griegos: estalló la guerra y la enemistad incurable entre Asia y Europa.
El comienzo de las Historias contiene una fascinante mezcla de mentalidad antigua y asombrosa modernidad.
Es evidente que Heródoto cree que las leyendas, los oráculos, los cuentos maravillosos y las intervenciones divinas deben figurar junto a los hechos documentados".

Fue un gran placer participar de la lectura conjunta del mes de marzo 2021 en el Club de Lectura de Literatura +1, con este precioso ensayo de la doblemente doctora en filología y genial joven autora, Irene Vallejo.
El Infinito en un Junco es supuestamente la historia del libro, pero se ensancha convirtiéndose en un compendio de historia de las culturas occidentales a todo nivel ... antropológico, arqueológico, filológico e histórico, mitológico, filosófico, literario … total ….
El ensayo, de 533 páginas, se lee con la agradable continuidad de una novela, pues está entramado como si fuera una serie de relatos, entretejiendo historia antigua con autobiografía, antropología con anécdotas contemporáneas, breves reseñas de obras contemporáneas usadas como ejemplos, filosofía y arte antiguos, los clásicos grecorromanos, algunos traducidos por Irene Vallejo, alternados y comparados con los modernos y contemporáneos ... todo en un lenguaje sencillo pero erudito, adornado con un bello estilo de prosa muy poético y bordado con experiencias de la propia vida de la joven autora … rematando con puntadas místicas este manto multicolor literario, este mágico tapiz maravilloso que nos hace sobrevolar hacia otras eras, siguiendo el hilo de la imaginación y la sapiencia de la autora, en un festín filológico textual, pleno de textiles alegorías.
Es admirable el profesionalismo y la ardua labor investigativa y que tuvo que llevar a cabo la escritora Irene Vallejo para reunir la tremenda cantidad de información detallada, y también digna de encomio la forma variada y atractiva de presentar tanto conocimiento ... porque uno lo lee con gusto, saboreando las escenas y hechos históricos descritos con tanta aparente facilidad y derroche de encanto.
Ha sido un repaso amable, un volver a la juventud del aprendizaje pero sin la presión de tener que rendir un examen ... He recordado muchos pasajes históricos, pero esta vez recamados con los detalles plásticos y pintorescos de la narración de Irene Vallejo. He gozado revisando las vidas de tantos personajes clásicos que tenía en el olvido, revisitando a mis favoritos: Heródoto, Pericles y Aspasia, Safo, Alejandro, Hypatia, Sherezade, y he conocido otros nuevos para mí, como la salmista y sacerdotisa de Ur, Enheduanna, y el poeta humorista hispano Marcial, amigo de los libreros en la Roma antigua.
En esos placenteros momentos de lectura instructiva siempre pensaba: "Éste debe convertirse en un libro de lectura de niños y jóvenes ... apto para todos los niveles de enseñanza y en todas las asignaturas, pues lo combina todo"
… pues este libro es un Aleph, un maravilloso gobelino que lo contiene todo ... y no le cabe aquel refrán de mi madre que reza: "el que mucho abarca poco aprieta", pues está muy detallado en el fondo y en una forma tan encantadora que nunca llega a aburrir.
Lo recomiendo con entusiasmo...

"Y, sin embargo, desde tiempos remotos las mujeres han contado historias, han cantado romances y enhebrado versos al amor de la hoguera. Cuando era niña, mi madre desplegó ante mí el universo de las historias susurradas, y no por casualidad. A lo largo de los tiempos, han sido sobre todo las mujeres las encargadas de desovillar en la noche la memoria de los cuentos. Han sido las tejedoras de relatos y retales. Durante siglos han devanado historias al mismo tiempo que hacían girar la rueca o manejaban la lanzadera del telar. Ellas fueron las primeras en plasmar el universo como malla y como redes. Anudaban sus alegrías, ilusiones, angustias, terrores y creencias más íntimas. Teñían de colores la monotonía. Entrelazaban verbos, lana, adjetivos y seda. Por eso textos y tejidos comparten tantas palabras: la trama del relato, el nudo del argumento, el hilo de una historia, el desenlace de la narración; devanarse los sesos, bordar un discurso, hilar fino, urdir una intriga. Por eso los viejos mitos nos hablan de la tela de Penélope, de las túnicas de Nausícaa, de los bordados de Aracne, del hilo de Ariadna, de la hebra de la vida que hilaban las moiras, del lienzo de los destinos que cosían las nortas, del tapiz mágico de Sherezade. Ahora mi madre y yo susurramos las historias de la noche en los oídos de mi hijo. Aunque ya no soy aquella niña, escribo para que no se acaben los cuentos. Escribo porque no sé coser, ni hacer punto; nunca aprendí a bordar, pero me fascina la delicada urdimbre de las palabras. Cuento mis fantasías ovilladas con sueños y recuerdos. Me siento heredera de esas mujeres que desde siempre han tejido y destejido historias. Escribo para que no se rompa el viejo hilo de voz".
Lucila Argüello

UN LIBRO HABLANDO DE LIBROS
¡Eso es!
Luego de leer este ensayo no podemos ser indiferentes a la idea de que hoy en nuestras manos tenemos un tesoro universal, tal como Alejandro Magno quiso para él (porque también las palabras conquistan) y como lo fue la Biblioteca de Alejandría.
Irene Vallejo nos reúne a todos los amantes de los libros, los de hoy con los de la antigüedad, en un ensayo bien documentado. No es solo un ensayo, es un manual, es una enciclopedia, un poema a los libros, es también un cuento, una radiografía, un diario íntimo, un mapa, un recorrido que te atrapa y del que no hay intenciones de salir del todo, un libro que se puede leer siempre como un volver a los lugares que nos hicieron felices, fomenta la esperanza de que nunca desaparecerán mientras hayan ideas que contar. Un libro que no puede faltar en tu biblioteca.
A medida que se avanza en la lectura se van despertando la curiosidad y el atar cabos, al tiempo que vemos con asombro cada dato también se siente nostalgia de un lugar y tiempo que sin estar físicamente presentes, nos trasladamos hasta allí.
Es la manifestación clara del vínculo entre literatura y sociedad, una transformación compartida a lo largo de los siglos.
Ante los agoreros que pregonan su extinción en físico no hay mejor recurso que volver la vista atrás y ver la evolución y supervivencia de los mismos, podrán cambiar los formatos, pero nosotros desaparecemos y los libros quedan.
Y gracias a que alguien soñó juntar todos los libros del mundo en una biblioteca universal (por avaricia, por megalomanía, por poder, por la razón que fuere) nos llega como legado la historia de los mismos.
Somos parte de la tropa que anda tras los libros, que no solo leemos sino que seguimos salvando el tesoro.

«Sin libros, la historia está en silencio, la literatura enmudecida, la ciencia paralizada, el pensamiento y la especulación estancados».
—Bárbara Tuchman
Si alguien te pregunta alguna vez de dónde vienen los libros, no dudes en recomendar esta joya literaria.
Algunas citas de «El infinito en un junco»:
—«La pasión del coleccionista de libros se parece a la del viajero. Toda biblioteca es un viaje; todo libro es un pasaporte sin caducidad».
«En los anaqueles de Alejandría fueron abolidas las fronteras, y allí convivieron, por fin en calma, las palabras de los griegos, los judíos, los egipcios, los iranios y los indios. Ese territorio mental fue tal vez el único espacio hospitalario para todos ellos».
«Este diálogo silencioso entre tú y yo, libre y secreto, es una asombrosa invención».
«De niña creía que los libros habían sido escritos para mí, que el único ejemplar del mundo estaba en mi casa».
«Si alguien lee para ti, desea tu placer; es un acto de amor y un armisticio en medio de los combates de la vida».
« [...] descubrí que podía almacenar fantasías acogedoras y guardarlas en mi habitación interior para buscar refugio cuando allá fuera arreciase el granizo».
«Los libros nos ayudan a sobrevivir en las grandes catástrofes históricas y en las pequeñas tragedias de nuestra vida».
Gäbby Molina

La escritora Irene Vallejo, por su amor a la lectura, abrió una matrioska literaria titulada: "El Infinito en un junco", este ensayo es una búsqueda y una aventura del inicio y trayectoria de la escritura, de cómo los seres humanos le dieron voz a las letras, de dónde fueron capaces de plasmarlas como en la misma tierra, tablas, rocas, miel, en hojas extraídas de juncos, para que al final pudiéramos tener en las manos lo que ahora conocemos como libro.
Nos lleva al recorrido por las grandes voces históricas como la del gran Homero con sus epopeyas tan conocidas, La Iliada y la Odisea, esos relatos que inspiraron al mismo Alejandro Magno y que gracias a estar impreso hemos disfrutado por generaciones.
Un viaje en el tiempo para conocer las raíces de lo que ahora componen un libro, compartir la ruta de la oratoria en las grandes voces como Tucídides, la atinada idea de dejar por escrito todo eso que se hablaba para que el viento no se llevará esas palabras.
Inmovilizar la belleza de los poemas para que hoy día pudiéramos, leerlos, admirarlos y recitarlos. Salvar del olvido la belleza de lo hablado.
La autora nos hace un recordatorio de lo que implicaba para los reinos atesorar libros, pues bien sabían que estaban atesorando conocimientos, un hermoso tesoro el que se buscaba, el que se codiciaba, ese tesoro del saber comprendido en las páginas de los manuscritos.
La tristeza de conocer las atrocidades que se cometieron también en contra de lo que albergaba a las culturas, el conocimiento que debía trascender a las futuras generaciones y que bien se sabe era la manera de aniquilar a un pueblo.

Cita: "Sarajevo brilló con el fuego que brotaba de Vijećnica, el imponente edificio de la Biblioteca Nacional junto al río Miljacka. Al amanecer, habían ardido cientos de miles de volúmenes —libros raros, documentos de la ciudad, colecciones enteras de publicaciones, manuscritos y ediciones únicas—. «Aquí no queda nada», dijo Vkekoslav, un bibliotecario. «Yo vi una columna de humo, y los papeles volando por todas partes, y quería llorar, gritar, pero me quedé arrodillado, con las manos en la cabeza. Toda mi vida tendré esta carga de recordar cómo quemaron la Biblioteca Nacional de Sarajevo»".

Se deja claro que los libros han sido depositarios de culturas y por tanto deben ser reconocidos como lazos que han unido países.
Irene Vallejo hace una puntual comparación entre la biblioteca de Alejandría (que en su tiempo se edificó para atesorar todos los libros de la época), con Google que, es bien sabido ahí se almacena toda la información que tecleamos, ya sea para control, para tener libre acceso a la información o para albergarla y salvaguardarla para un futuro.
En esta obra se hace un reconocimiento y se aplaude la labor en ocasiones mortal, de todas aquella personas que se dieron a la tarea de salvar y guardar las letras, proteger el alma de quién lo escribió, para disfrute de las generaciones por venir. Un agradecimiento a las voces femeninas que hasta el día de hoy han sido pieza clave para seguir trenzando relatos, mujeres que al ir contando cuentos a sus hijos serán recordadas como las grandes tejedoras de historias. Nunca olvidarás a quien te contó un buen cuento en la penumbra de una noche. Mi abuela me leía y después yo le leí y le leí a mis hijos y espero leerles a mis nietos.
El nombre del libro en propia voz de la autora, nos define que todo lo infinito que pensamos, sabemos, vemos y soñamos, se puede contener en la corteza de un junco que se transforma en papiro.

«Leer es siempre un traslado, un viaje, un irse para encontrarse. Leer, aun siendo un acto comúnmente sedentario nos vuelve a nuestra condición de nómadas».
*Leer contra la nada de Antonio Basanta.

La autora a través de su ensayo nos va a obligar a evocar nuestras lecturas clandestinas a altas horas de la noche cuando los adultos nos prohibían ciertos libros, o buscar lugares estratégicos para leer y para ocultar los libros prohibidos, pues como dice, los lectores somos descendientes directos de aquellos primeros lectores furtivos. No deberíamos olvidar que el libro de páginas triunfó, en gran medida, porque favorecía las lecturas clandestinas, negadas, no consentidas.
Pero sobre todo, este ensayo te reconoce a ti, lector, que haces posible que las letras trasciendan, que tu amor a la lectura haga que los libros perduren a pesar del tiempo y de la modernidad del internet. Es un llamado a ser militante y protector de los libros, a no permitir que los mismos se pierdan en el olvido.
Y como dijo Vargas Llosa: 'Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado'.
Blanca Toral

No es fácil hacer una valoración de una obra tan poliédrica como “El infinito en un junco”, así que ordenaré los contenidos que más me han gustado. En primer lugar, su estilo amable y cercano que ha facilitado su lectura, mérito no pequeño dada la complejidad de lo contado.
En segundo lugar, y muy enlazado con el primero, la habilidad de la que ha hecho gala al conectar pasado y presente con la misma templanza de un auriga, los ojos clavados en el reto del camino, sin olvidarse del “ahora más inmediato”, quizá porque esos lejanos ayeres puedan ser la materia viva con la que modelar y reescribir el mundo en el que vivimos.
En tercer lugar, me ha supuesto un reconocimiento de los valores de lo que se ha llamado “La cultura occidental” de los cuales me siento descendiente desde que un buen día cayó en mis manos, como deber escolar de traducción, unos hexámetros en griego del principio de la Iliada que decían así: /Canta, diosa, la cólera aciaga de Aquiles Pelida,/ que a los hombres de Acaya causó innumerables desgracias/ y dio al Hades las almas de muchos intrépidos héroes/ cuyos cuerpos sirvieron de presa a los perros y pájaros/ de los cielos; que así los designios de Zeus se cumplieron/ desde que separáronse un día, tras una disputa,/ el Atrida, señor de los hombres, y Aquiles divino/.
Descubrir el “milagroso camino” que llevó a Alejandro Magno y su obsesión por Aquiles -el guerrero más poderoso y temido de la mitología griega- que dormía “siempre con su ejemplar de la ILIADA y una daga debajo de la almohada”... hasta un pupitre escolar en el siglo XX es lo que nos va a contar Irene Vallejo.
Para ello indagará en los instrumentos que hicieron esto posible: la escritura desde sus pétreos, pictóricos y elitistas orígenes hasta su transformación en un reducido alfabeto sonoro, lo que ella llama LA REVOLUCIÓN APACIBLE DEL ALFABETO, cuya versatilidad y universalidad permitirán su asiento, como golondrinas en su nido, en los formatos que sucesivamente se irán creando: tablillas, papiro, pergamino y finalmente papel y que reciben el nombre de LIBROS. Estos fueron los depositarios y refugio de los valores políticos, éticos, literarios, filosóficos, religiosos, y científicos que nos han conformado y cuya supervivencia constituye la apasionante historia de este libro cuyos vaivenes históricos, dramáticos muchos de ellos, tanto en Grecia como en Roma, fueron esquivados hasta llegar a nuestros días.
Para terminar, y al hilo de lo expuesto, recordaba yo los dos adjetivos con los que se nombran y dan por conclusa la homogeneidad en lo que a la asunción de valores de lo que se ha llamado ”La cultura occidental” se refiere, y cuya formación la circunscribe Irene Vallejo a los dos momentos históricos profusamente narrados, a saber el mundo griego y el romano.
Uno de ellos es la de tildar a la época en que vivimos de “disolvente” (y que Harold Bloom llamará “caótica” en su canon) y el segundo el de la “modernidad líquida” de Bauman en donde el cambio constante y lo transitorio socavan la educación, la cultura, la política, la economía y por lo tanto nuestros asideros más importantes.
Es reconfortante que esta autora haya alzado su mirada para recordarnos que la educación, la “paideia platónica”, y más tarde la “humanitas ciceroniana“ postularon el desarrollo de lo que hace que el ser humano sea eso “humano” en donde cultura, educación y democracia se erigen como imperativos categóricos que no debemos olvidar. Esto es para mí el significado del libro de Irene Vallejo y por eso cada vez que conjuntamente o en solitario llevamos a nuestras manos un libro o pisamos una biblioteca reivindicamos el formar parte de una comunidad (me recuerda a Fahrenheit 451) que cree que el legado de Grecia y Roma sigue presente más allá de los vociferantes presagios que nos anuncian su desaparición. Ita sit.
Ana Ballester

3 comentarios:

  1. Me lo pasaron los Reyes Magos, después de pedirlo mucho. Yo tambien estoy buscando un espacio de tiempo adecuado para leerlo, lejos de la voragine de la cotidianidad. Creo que merece la pena, segun cuentas en tu reseña. Gracias y besos.

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  2. Lo mejor que he leído este año pasado. Espero introducir pronto una reseña en mi blog.
    Gracias por la reseña

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  3. Desde luego, Irene Vallejo, gracias a su excelente narrativa, ha conseguido que un ensayo se lea como una novela. Es genial como nos ha hecho viajar por la historia del libro como se si tratara de aventuras. Proporcionándonos muchísimos datos e información.
    Un abrazo

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