FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Editorial: Páginas de Espuma
SINOPSIS:
Editorial: Páginas de Espuma
SINOPSIS:
Es imposible que alguien se interne en los doce cuentos que forman La condición animal y no salga de ellos, al menos, sacudido, turbado y, por qué no advertirlo, también conmocionado por la intensidad de estas historias.
¿Qué es lo que nos hace diferentes como especie, en qué consiste la condición humana? ¿Sabernos frágiles, expuestos, mortales? ¿Cómo seríamos si no temiésemos el mal ajeno? Eso parece preguntarse cada uno de los cuentos que Valeria Correa Fiz ha escrito con una prosa visceral, física y cargada de turbiedades, para conducirnos hasta nuestros propios miedos, nuestras inseguridades, nuestros temblores. El ángulo más oscuro del ser humano –la locura y la muerte, el amor y la enfermedad, la obsesión y la violencia y la ternura inevitables–. Un libro brutal. Un libro que duele, como duele siempre la buena literatura.
Pocas veces nos podemos encontrar con un debut tan deslumbrante como este primer libro de Valeria Correa Fiz, una apuesta rotunda, seria y apasionante, que rebosa calidad y, sobre todo, futuro.
¿Qué es lo que nos hace diferentes como especie, en qué consiste la condición humana? ¿Sabernos frágiles, expuestos, mortales? ¿Cómo seríamos si no temiésemos el mal ajeno? Eso parece preguntarse cada uno de los cuentos que Valeria Correa Fiz ha escrito con una prosa visceral, física y cargada de turbiedades, para conducirnos hasta nuestros propios miedos, nuestras inseguridades, nuestros temblores. El ángulo más oscuro del ser humano –la locura y la muerte, el amor y la enfermedad, la obsesión y la violencia y la ternura inevitables–. Un libro brutal. Un libro que duele, como duele siempre la buena literatura.
Pocas veces nos podemos encontrar con un debut tan deslumbrante como este primer libro de Valeria Correa Fiz, una apuesta rotunda, seria y apasionante, que rebosa calidad y, sobre todo, futuro.
OPINIÓN:
Ésta es la primera obra publicada de la autora. En ella encontramos doce cuentos repartidos en cuatro partes, que llevan el título de los cuatro elementos –Tierra, Aire, Fuego y Agua–. Hay que avisar que no son alegres, al contrario, están plagados de desgracias, algunos son brutales, otros sólo inquietantes o melancólicos, pero todas son historias viscerales e intensas –y muy visuales añadiría– que muestran el lado más oscuro del ser humano; habitados por miedos profundos, sentimientos íntimos, ocultos, irracionales, instintivos, fantasmas que se despliegan en los relatos con una prosa que se disfruta enormemente, precisa y concisa cuando hace falta y de gran belleza lírica en otros momentos.
Es curioso como en cada una de las partes del libro hay algún cuento con un animal como elemento perturbador; Philip, el gato que aparece en “Una casa en las afueras” –macabro e impactante primer cuento–; el Pterodáctilo que le susurra ideas al protagonista de “La vida interior de los probadores”; Sherry, el gorrión de “Lo que queda en el aire” –precioso relato en el que se narra el amargo encuentro de dos niños con la muerte–; Duque, el perro de villa miseria del relato “Perros” y que está condenado de antemano, como su dueño; o la inquietante presencia de las ranas en el último de los cuentos, “Criaturas” –realista y surrealista por igual–.
No podría elegir uno de los cuentos como preferido, son completamente distintos entre sí –en cuanto a temática, narrador o contexto– y casi todos me han gustado: los cinco que he mencionado antes; “Regreso a Villard” –breve pero magnífico y tan en su elemento “Fuego”–; “Nostalgia de la morgue”, discordante en cuanto a su extensión –el más largo con diferencia–, una historia bella y nostálgica que narra la complicidad entre dos enfermos hospitalizados y que recuerda a “El beso de la mujer araña”; y algún otro.
Me han sorprendido y encantado por igual, y creo que es un elemento muy importante del conjunto, los finales abiertos de la mayoría de los relatos, que la autora deja a nuestra imaginación o intuición; incluso algunos de ellos pueden tener distinta interpretación según el lector. Éste es uno de los motivos por los que creo que son cuentos para leer y releer; yo confieso que los he leído de nuevo una vez finalizado el libro y ha sido un doble disfrute, personalmente los he saboreado mucho más en la segunda lectura precisamente por los detalles y anticipos que vas descubriendo en cada historia.
Por último destacaría la edición de Páginas de Espuma, muy bonita y cuidada, y en especial la portada, llena de simbolismos que entiendes una vez terminada la lectura, ese pájaro, esas manos o el rostro blanco.
Superado el desconcierto y desasosiego inicial de los primeros cuentos, en mi opinión en general son muy buenos y no dejan indiferente. Excelente primera obra y uno de los mejores libros de relatos que he leído últimamente. Sin duda lo recomiendo.
Es curioso como en cada una de las partes del libro hay algún cuento con un animal como elemento perturbador; Philip, el gato que aparece en “Una casa en las afueras” –macabro e impactante primer cuento–; el Pterodáctilo que le susurra ideas al protagonista de “La vida interior de los probadores”; Sherry, el gorrión de “Lo que queda en el aire” –precioso relato en el que se narra el amargo encuentro de dos niños con la muerte–; Duque, el perro de villa miseria del relato “Perros” y que está condenado de antemano, como su dueño; o la inquietante presencia de las ranas en el último de los cuentos, “Criaturas” –realista y surrealista por igual–.
No podría elegir uno de los cuentos como preferido, son completamente distintos entre sí –en cuanto a temática, narrador o contexto– y casi todos me han gustado: los cinco que he mencionado antes; “Regreso a Villard” –breve pero magnífico y tan en su elemento “Fuego”–; “Nostalgia de la morgue”, discordante en cuanto a su extensión –el más largo con diferencia–, una historia bella y nostálgica que narra la complicidad entre dos enfermos hospitalizados y que recuerda a “El beso de la mujer araña”; y algún otro.
Me han sorprendido y encantado por igual, y creo que es un elemento muy importante del conjunto, los finales abiertos de la mayoría de los relatos, que la autora deja a nuestra imaginación o intuición; incluso algunos de ellos pueden tener distinta interpretación según el lector. Éste es uno de los motivos por los que creo que son cuentos para leer y releer; yo confieso que los he leído de nuevo una vez finalizado el libro y ha sido un doble disfrute, personalmente los he saboreado mucho más en la segunda lectura precisamente por los detalles y anticipos que vas descubriendo en cada historia.
Por último destacaría la edición de Páginas de Espuma, muy bonita y cuidada, y en especial la portada, llena de simbolismos que entiendes una vez terminada la lectura, ese pájaro, esas manos o el rostro blanco.
Superado el desconcierto y desasosiego inicial de los primeros cuentos, en mi opinión en general son muy buenos y no dejan indiferente. Excelente primera obra y uno de los mejores libros de relatos que he leído últimamente. Sin duda lo recomiendo.
Esther Rodríguez
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