26 de abril de 2019

"Los asquerosos", de Santiago Lorenzo

los asquerosos santiago lorenzo
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Editorial: Blackie Books

SINOPSIS: 
Manuel acuchilla a un policía antidisturbios que quería pegarle. Huye. Se esconde en una aldea abandonada. Sobrevive de libros Austral, vegetales de los alrededores, una pequeña compra en el Lidl que le envía su tío. Y se da cuenta de que cuanto menos tiene, menos necesita. Un thriller estático, una versión de Robinson Crusoe ambientada en la España vacía, una redefinición del concepto «austeridad». Una historia que nos hace plantearnos si los únicos sanos son los que saben que esta sociedad está enferma. Santiago Lorenzo ha escrito su novela más rabiosamente política, lírica y hermosa.

OPINIONES:
Uno se enfrenta siempre con miedo a estas lecturas, las de autores con quienes ha disfrutado muchísimo anteriormente y teme que no estén a la altura. Afortunadamente Santiago Lorenzo no sólo mantiene la estela de ‘Los millones’ o ‘Los huerfanitos’ (tengo pendiente ‘Las ganas’) sino que, en mi opinión, ha superado el nivel de ambas con ‘Los asquerosos’.
Sin una sola línea de diálogo (el narrador es un tío del protagonista, quien sabe de sus vivencias por una llamada telefónica que le hace cada día a las cuatro), Lorenzo toca, entre otros, cuatro de mis temas fetiches en esta magnífica novela: la precariedad laboral, el abuso de poder, el postureo y, sobre todo, la denominada ‘España vacía’ (siendo este último el único que este lector esperaba a raíz de la sinopsis de la contracubierta, por lo que la sorpresa ha sido muy grata).
Manuel es un protagonista real, muy creíble, con un trabajo donde se estafa sistemáticamente a la gente y cuyos emolumentos apenas le dan para llegar a fin de mes, odisea que logra culminar al vivir de alquiler en un ínfimo estudio y tirar de ahorros acumulados mientras vivía con sus padres. Esta es su vida cuando se cruza con un agente antidisturbios al que agrede en defensa propia, momento que el autor aprovecha para resumir en un visto y no visto el salto atrás de cuarenta años que nuestra nación ha dado en materia de derechos y libertades en los últimos tiempos. Es entonces cuando habla con su tío y decide esconderse en ese vasto territorio de la piel de toro llamada ‘Laponia española’ o ‘España vacía’, sobreviviendo con la comida que su familiar puede ir enviándole cada semana.
Como indica la sinopsis, Manuel, que ya era un ser asocial en el entorno urbano, descubrirá un estilo de vida alternativo al que no le cuesta acostumbrarse, encontrando en la naturaleza todo lo necesario no ya para vivir, sino para ser (muy) feliz. Hasta que una familia llega al pueblo abandonado y compra la casa aledaña a la que él había ocupado.
Lorenzo arremete aquí con ingentes dosis de humor e ironía (y un trabajadísimo vocabulario plagado de términos inventados para la ocasión) contra la sociedad de consumo y apariencia, la mala literatura, la dependencia tecnológica y falta de recursos, la hipocresía y todas aquellas «virtudes» de las que suele hacer gala nuestra clase media-alta.
Excelente novela que recomiendo encarecidamente junto con el resto de su obra.

Primera novela que leo de Santiago Lorenzo. La historia que nos cuenta se desarrolla en tres fases:
-En la primera, asistimos por causas dolosas a la huida del protagonista, MANUEL, a la ocultación en un pueblo abandonado de la España vacía y a la puesta a punto de mecanismos para sobrevivir con las necesidades reducidas a la mínima expresión ayudado por un pariente. Esta situación le sirve al autor para explayarse excesivamente en los solitarios goces que “la vida retirada” puede hacer fructificar.
-En la segunda, una tumultuosa y vocinglera familia decide seguir “la escondida senda” y se instituye en vecinos de MANUEL previo trasplante de todos los placeres y servidumbres a los que están acostumbrados en la ciudad. Es este el momento en que el autor-narrador reconociéndolos como “asquerosos de pura cepa” se abate sobre ellos y no deja títere con cabeza en su negativa descripción de los recién llegados durante demasiadas páginas. Aquí estuve a punto de abandonar. MANUEL, entretanto, vive agazapado y supongo que representa el prototipo “no asqueroso”.
-En la tercera, llegamos a la síntesis... en donde todo vuelve a su sitio de otra manera... y el protagonista hace suyos los versos que dicen: /Vivir quiero conmigo/gozar quiero del bien que debo al cielo/a solas, sin testigo/libre de amor, de celo/de odio, de esperanzas, de recelo/, además de presentar el corpus teórico de qué es “ser asqueroso”.
En conclusión: la primera parte es la que más me ha gustado por el ingenio puesto en la supervivencia y la segunda y la tercera menos aunque reconozco la originalidad del contraataque a la familia invasora. En general, me ha resultado una lectura incómoda por el maridaje a todo trapo de registros variados, neologismos y alambicadas frases con las pormenorizadas descripciones a lo largo de la novela que segaban de raíz mi ímpetu lector.
Esta novela ha recibido multitud de elogios y algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Ana Ballester

"Una sociedad que genere dispositivos y hábitos como estos será insoslayablemente invadida por la vecina, y con éxito. Aventuraba la venida de una horda, de hombres o hambrunas, porque ella nunca faltó a su cita. Pillaría a los bobos puros en el salón de su casa, concentrados en considerar los pros y los contras de cambiar o no de crema defoliadora o en lo necesario de doblar la dosis diaria de L. casei inmunitas para alargar la vida. Recordaba Manuel la mítica discusión sobre el sexo de los ángeles en la que los invasores sorprendieron a los bizantinos cuando la caída de Constantinopla. Apuntaba Manuel que los desandamiados como los mochufas, tan pulimentaditos, con las defensas adormiladas, durarían poco. Cuando viniera el germen, estos enclenques serían los primeros derribados. Llevaban la muerte más a flor de piel según más se perfumaban el cutis".

A pesar de que por el título un poco asqueroso, tenía grandes reservas para comenzarla, he quedado encantada al terminar de leer esta maravillosa novela, Los Asquerosos, (2018), de Santiago Lorenzo (1964), cineasta y escritor español.
Es la historia de un eremita escrita por un eremita, defendiendo su modo de vida y ridiculizando la de los demás ... en un estilo muy novedoso ...
La novela es la historia en tercera persona de las vicisitudes de un sobrino querido, contada por un tío muy especial ...
La historia es sencilla: el joven ve truncadas sus ilusiones cuando al defenderse del ataque injustificado de un policía antimotines, tiene que huir a la clandestinidad por temor de haberlo matado frente a una cámara de seguridad con un desarmador que portaba. Para hacer efectiva dicha huida de la sociedad, decide ir a refugiarse a una aldea solitaria y deshabitada de la España vaciada. Y ahí emprende una nueva vida de prófugo de la justicia como si fuera un náufrago en una isla desierta, y aprende a vivir sin electricidad, sin agua corriente, sin calefacción y con muy pocos recursos. Allí descubre su verdadera vocación de asceta asexual y asocial.
La novela es una crítica social y hasta política, una humorística sátira, que pone los puntos sobre las íes en una graciosa detracción al consumismo y a las debilitantes exageraciones de la vida moderna, tan artificial ...
Pero la forma en que lo hace es lo maravilloso ... ese estilo moderno y digno del más agudo ingenio español donde se dedica a inventar palabras comiquísimas con tanto sabor onomatopéyico y tan pintorescas, tan gráficas, que uno no puede menos que reírse al imaginar el sujeto o la acción correspondientes al sustantivo o verbo ideados con tanta maestría y tan alucinante imaginación.
Cada vocablo que construye es como una imagen o una escena cinematográfica ..
y es que no sólo no escatima expresión, sino que exagera ... empalaga ... ¡Qué torrente de inspiración, que genio!
Dice lo que quiere expresar y lo enuncia con palabras nuevas porque hemos llegado a un punto de ridiculez, de esnobismo, de estupidez, de despilfarro, de dependencia rayana en invalidez, que ya no hay palabras ... Pero no por eso se inhibe de las malas palabras comunes y de otras escatológicas, pero válidas.
Me ha encantado y con mucho gusto y sin asco lo recomiendo. ¡Bravo, Santiago Lorenzo!

"Lo cierto era que demostraban encomiable valentía dándose entre ellos a lo genital, a tenor del aspecto bochornoso que lucían. Según Manuel, sus anatomías y sus hatos remitían a cualquier cosa menos al erotismo. No es que fueran feos o guapos. Solo desaconsejables, difíciles, disruptivos. Cuando se bajaran los calzones o las bragas, en vez de sugerir promesas de caricias parecería que se iban a poner a cagar. Por las noches, Manuel los intuía a través del tabique compartido con la casa aneja, entregados a canalizar la compaginación de torrentes y a surtir de lo tibio. Entreoía a cada dúo en su cajón, encabalgándose como ejemplares de granja, apareándose paredaños como en una explotación animal. Le parecía oírlos proferir brochazos pintorescos para ver de renovar la afición por el compañero: «¡Que te depravo!». «¡Fáltame mientras tal!». «¡Muéstrame irrespeto!». «¡Que tengo perentoria de emanar!». A la luz de la aversión que les tenía, el cerebro de Manuel reorganizaba los sonidos y creía oír indecencias espeluznantes. Había uno, de género masculino, al que Manuel juraría haber escuchado declaraciones chirriantes: «¡Que te sobrevengo! ¡Que precipito! ¡Que derramo! ¡Que depongo! ¡Que te advierto que vierto!». Daba un asco de puta madre. Expelía el varón viéndose a sí mismo como nube repleta, espita expedita o tanque de fuel. Algunos irían a Zarzahuriel a ver de engendrar, a mirar de poner el grano expansivo, a embarafollarse, a cursar petición de corderito de nuestros apellidos, a concebir al chaval al aire puro, vaya plan. Ahí los dos, configurando el gameto a base de polución recopilada. Cuando cesaban los choques, Manuel suponía que a los mochufas el embozo de la cama les olía a purines, y las manos a culo recorrido. En sus concepciones airadas, en su centrifugado mental, Manuel desaguaba el desprecio que sentía por los sujetos que necesitan de otros individuos para entretenerse, y su tirria por seres que practican un juego que solo puede ser a dos, al menos dos, en torno a una distracción de gente que no sabe jugar sola. Soltaba burreces hacia quien no sabía estar en soledad ni en sus momentos de intimidad. La verdad es que tenía que dar bastante dentera barruntar a estos tras el muro, follándose mutuamente".
Lucila Argüello

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