Género: Narrativa
Editorial: Jekyll & Jill
Editorial: Jekyll & Jill
SINOPSIS:
El autor de Tantas mentiras se sumerge en nuevos escenarios para ahondar en las contradicciones de la condición humana, especialmente en las suyas propias. Es así como sufre el conflicto norirlandés en sus carnes, se integra en un grupo de cruising de visita en Formentera, sale en atropellada búsqueda del brazo derecho de san Vicente Mártir, se cita con el ganador del concurso de letras para el himno de España o pone en riesgo su vida, amenazada por la generosidad ancestral que le brindan los habitantes de una isla del Pacífico. Situaciones que generan un estado de incertidumbre: ¿esto está pasando? Y si es que sí, ¿por qué demonios?
OPINIÓN:
No había leído nada de Paco Inclán, pero el hecho de ser publicado por Jekyll & Jill lo colocaba, como al resto de su catálogo, en la perpetua lista de lecturas pendientes, y aprovechando un pack compuesto por dos obras del autor (pronto hablaremos de la otra) adquirido en los días del confinamiento (¿del primero?) llega a mis manos este libro de viajes disfrazado de antología de relatos con trazas de ensayo (sobre todo en la parte final que, de hecho, es el diario de un proyecto para el que el autor fue becado por el Museo Reina Sofía).
Libro de viajes, desde Irlanda, donde analizaremos de primera mano el conflicto de la zona a través de la retransmisión de un partido de fútbol gaélico (más cercano al rugby que a lo que llamamos fútbol aquí), hasta Formentera, donde indagaremos la homosexualidad latente en los personajes de Julio Verne junto a los miembros de un club de cruising que gira en torno a su figura; libro de relatos, como el del único blanco de la zona más rebelde de Guinea (un valenciano cuya regularización es imposible y, aun así, se niega a volver), hasta la ruptura del mito del eructo como gesto de educación para un árabe tras una copiosa comida. Y, hablando de copiosas comidas, no se pierdan como un exceso de buena voluntad (munificencia) de una familia chilena lleva a nuestro viajero casi hasta el colapso. Y si algo tienen los viajes literarios es la posibilidad de cruzar no solo el espacio, sino también el tiempo, lo que nos permitirá (intentar) entrevistar a un autor islandés del siglo XIII o dialogar con un huraño, casi depresivo, Unamuno por la rivera de un río portugués que, al parecer, nunca estuvo allí (ay, don Miguel, esas licencias…).
Se cierra la obra con «Hacia una psicogeografía de lo rural», una suerte de diario de a bordo donde el autor se instala en (un contenedor en) la parroquia de Valladares, Vigo, para organizar una exposición de objetos propiedad de sus habitantes y las historias que hay tras ellos. Una experiencia artístico-filosófica que roza por momentos la fabula y el realismo mágico con pasajes como el encierro del autor en un almacén, los días en que los vecinos afirman que el nuevo «les huele raro» y las apariciones de unos ociosos excarpinteiros muy dados a preguntar, pero poco a responder.
Muy gratamente sorprendido quedo con la manera de narrar de este periodista cuya excusa (laboral, normalmente) para emprender sus viajes nunca es (afortunadamente) lo que acaba plasmando en sus excelentes relatos.
Libro de viajes, desde Irlanda, donde analizaremos de primera mano el conflicto de la zona a través de la retransmisión de un partido de fútbol gaélico (más cercano al rugby que a lo que llamamos fútbol aquí), hasta Formentera, donde indagaremos la homosexualidad latente en los personajes de Julio Verne junto a los miembros de un club de cruising que gira en torno a su figura; libro de relatos, como el del único blanco de la zona más rebelde de Guinea (un valenciano cuya regularización es imposible y, aun así, se niega a volver), hasta la ruptura del mito del eructo como gesto de educación para un árabe tras una copiosa comida. Y, hablando de copiosas comidas, no se pierdan como un exceso de buena voluntad (munificencia) de una familia chilena lleva a nuestro viajero casi hasta el colapso. Y si algo tienen los viajes literarios es la posibilidad de cruzar no solo el espacio, sino también el tiempo, lo que nos permitirá (intentar) entrevistar a un autor islandés del siglo XIII o dialogar con un huraño, casi depresivo, Unamuno por la rivera de un río portugués que, al parecer, nunca estuvo allí (ay, don Miguel, esas licencias…).
Se cierra la obra con «Hacia una psicogeografía de lo rural», una suerte de diario de a bordo donde el autor se instala en (un contenedor en) la parroquia de Valladares, Vigo, para organizar una exposición de objetos propiedad de sus habitantes y las historias que hay tras ellos. Una experiencia artístico-filosófica que roza por momentos la fabula y el realismo mágico con pasajes como el encierro del autor en un almacén, los días en que los vecinos afirman que el nuevo «les huele raro» y las apariciones de unos ociosos excarpinteiros muy dados a preguntar, pero poco a responder.
Muy gratamente sorprendido quedo con la manera de narrar de este periodista cuya excusa (laboral, normalmente) para emprender sus viajes nunca es (afortunadamente) lo que acaba plasmando en sus excelentes relatos.
Creo que no es para mí pero muchas gracias por darlo a conocer, no sabía de su existencia.
ResponderEliminarBesos.