19 de enero de 2022

"En la orilla", de Abdulrazak Gurnah

FICHA TÉCNICA:

Género: Narrativa
Traducción: Carmen Aguilar
Editorial: Poliedro

SINOPSIS: 
“Como toda mi vida, vivo en una pequeña ciudad a orillas del mar, pero la mayor parte de ella ha transcurrido a orillas de una gran océano verde, muy lejos de aquí.”
A última hora de la tarde del 13 de noviembre, Saleh Omar llega al aeropuerto de Gatwick. Por todo equipaje, una caja de caoba llena de incienso. Ha sido muchas cosas, pero ahora no es más que un refugiado amparado en el silencio. Entretanto, Latif Mahmud, poeta, profesor y exiliado voluntario, vive solo en su apacible apartamento de Londres.
El paraíso que estos dos hombres han dejado es Zanzíbar, isla del océano Índico barrida por los monzones, que traen a los mercaderes de perfumes y de especias. Cuando se encuentran una pequeña ciudad costera inglesa, una larga historia iniciada mucho antes empieza a desenmarañarse: amores y traiciones, seducciones y decepción, azarosos desplazamientos y litigios.

OPINIÓN:
'En la orilla', segunda obra que leo de Abdulrazak Gurnah, es muy diferente de la primera: en 'Paraíso' es un niño el protagonista de la obra cuyo mundo, principio del siglo XX, está inmerso en una naturaleza a veces acogedora, otras implacable con la que tomará contacto a través de sus viajes; 'En la orilla' tenemos a un hombre de 65 años, Saleh Omar (su verdadero nombre, el del pasaporte es otro, Shaaban, el de su mayor enemigo en Tanzania) que emprende el exilio en los años sesenta del pasado siglo víctima no sólo del régimen que surge después de la independencia en Tanzania, sino también de las intrigas ancestrales de las familias de las que él forma parte y que llega al aeropuerto de Gatwick, en Londres, “ligero de equipaje / desnudo como los hijos de la mar” nunca mejor dicho.
A partir de ese momento, y tras librar un duelo silente (finge no saber inglés) con el oficial de emigración y lograr el estatus de refugiado político, se lanza como Jonás a las procelosas aguas de la civilización europea y, tras un breve paso en un centro de acogida, se instala ya definitivamente a orillas del mar en un diminuto apartamento y nos dice:
“Aquí todo es tan distinto que me da la impresión de haber terminado una vida y que ahora estuviera viviendo otra. De modo que quizá deba decir que una vez viví otra vida en otro sitio, una vida ahora terminada. Y sin embargo sé que la primera bulle late y goza de grosera buena salud detrás y delante de mí. Tengo el tiempo en mis manos y estoy en manos del tiempo, de manera que muy bien podría rendirme cuentas a mí mismo. Antes o después tenemos que hacerlo”.
Y así es, y asistimos a una lección de historia en la que una “urna de incienso” que lleva en su equipaje, le sirve para rememorar el pasado de aquellas poblaciones costeras, un tiempo en que los mercaderes de Arabia, del Golfo, de la India y del cuerno de África llegaban a través del Océano Índico cuando soplaban los monzones y explica:
“Durante siglos mercaderes y hombres de mar intrépidos […] hacían el viaje anual hasta ese extremo de la costa oriental del continente […]. Los mercaderes traían con ellos sus productos su dios y su manera de ver el mundo; sus historias canciones plegarias […]. Luego los portugueses rodearon el continente […]. Se hicieron mapas nuevos. Aquellos mapas cómo lo transformaron todo y así llego a ocurrir que con el tiempo esas pequeñas ciudades diseminadas a lo largo de la costa marítima africana se encontraron formando parte de enormes territorio […]. Entre las muchas penurias infringidas aquellas ciudades a orillas del mar estuvo la prohibición del tráfico de la temporada de los monzones […]. Al cabo de unos dos años las calles y los espacios abiertos quedaron silenciados por su ausencia en estos últimos meses del año especialmente cuando sentimos la falta de las cosas que solían traer con ellos”.
Sus hermosas y nostálgicas palabras darán paso al recuerdo de su historia personal que va a surgir del encuentro con un compatriota ya asentado en Inglaterra, profesor universitario y traductor, Latif Mahmud, que, no sin sorpresa, ha descubierto que lleva el nombre de su padre, enemigo causante de todas las desgracias del recién exilado.
A partir de aquí, en un juego de memorias confrontadas en torno a los mismos hechos, reescriben de nuevo la historia de sus dos familias cuyas desgracias coinciden en el tiempo con la independencia de Inglaterra de Tanzania y que revelan, por un lado, el mestizaje de costumbres y cultura en las que vivían y, por otro, las asfixiantes redes familiares inmersas en las tradiciones islámicas que conformaban sus vidas.
'En la otra orilla' es un texto magnífico y extremadamente delicado sobre el destino individual sometido a traiciones, venganzas y honor familiar, todo ello enmarcado en la compleja historia de un país que vio como sus señas de identidad fueron barridas por la ambición de los colonizadores y las consecuencias muchas veces homicidas que, llegada la independencia, se infligieron a sí mismos.
¡Un placer lector!
Ana Ballester

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