15 de marzo de 2013

"Suite francesa", de Irène Némirovsky

FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: José Antonio Soriano Marco
Editorial: Salamandra

SINOPSIS:
El descubrimiento de un manuscrito perdido de Irène Némirovsky causó una auténtica conmoción en el mundo editorial francés y europeo. Novela excepcional escrita en condiciones excepcionales, "Suite francesa" retrata con maestría una época fundamental de la Europa del siglo XX. En otoño de 2004 le fue concedido el premio Renaudot, otorgado por primera vez a un autor fallecido.
Imbuida de un claro componente autobiográfico, "Suite francesa" se inicia en París los días previos a la invasión alemana, en un clima de incertidumbre e incredulidad. Enseguida, tras las primeras bombas, miles de familias se lanzan a las carreteras en coche, en bicicleta o a pie. Némirovsky dibuja con precisión las escenas, unas conmovedoras y otras grotescas, que se suceden en el camino: ricos burgueses angustiados, amantes abandonadas, ancianos olvidados en el viaje, los bombardeos sobre la población indefensa, las artimañas para conseguir agua, comida y gasolina. A medida que los alemanes van tomando posesión del país, se vislumbra un desmoronamiento del orden social imperante y el nacimiento de una nueva época.
La presencia de los invasores despertará odios, pero también historias de amor clandestinas y públicas muestras de colaboracionismo. Concebida como una composición en cinco partes —de las cuales la autora sólo alcanzó a escribir dos— "Suite francesa" combina un retrato intimista de la burguesía ilustrada con una visión implacable de la sociedad francesa durante la ocupación. Con lucidez, pero también con un desasosiego notablemente exento de sentimentalismo, Némirovsky muestra el fiel reflejo de una sociedad que ha perdido su rumbo. El tono realista y distante de Némirovsky le permite componer una radiografía fiel del país que la ha abandonado a su suerte y la ha arrojado en manos de sus verdugos. Estamos pues ante un testimonio profundo y conmovedor de la condición humana, escrito sin la facilidad de la distancia ni la perspectiva del tiempo, por alguien que no llegó a conocer siquiera el final del cataclismo que le tocó vivir.

OPINIONES:
Fue la lectura de marzo de 2020 en el Club de Lectura.

A pesar de estar inacabada, que se nota, y no ser perfecta, me ha parecido una obra excelente. Una historia centrada en el asedio de Francia durante la Segunda Guerra Mundial llena de detalles, sobre los que detenerse y deleitarse, que ahonda sobre temas diversos, la guerra, la religión, el amor, sobre la condición humana en definitiva. En ella destaca, además, la multitud de personajes de distinta condición edad y sexo que podemos encontrar, todos con su importancia y sus tramas propias. Aunque esta diversidad tiene su inconveniente, como que la historia parece dispersa, lenta, a la par esa multitud la enriquece, y se convierte en un todo. Una pena que su injusta muerte interrumpiera la labor, porque estoy segura que estaba destinada a ser una gran obra.
Dolors Martínez

Aunque inacabada por la prematura muerte de la autora en un campo de concentración, me parece una novela excelente. En la primera parte describe la huida masiva de París frente a la amenaza nazi. En la segunda, el escenario es un pequeño pueblo ocupado por los alemanes donde nos muestra la convivencia entre lugareños e invasores. La autora domina las descripciones y los diálogos, y tiene una gran capacidad de intercalar historias diversas. Aunque por la extensión y la cantidad de personajes podría llegar a cansar, me ha sorprendido por lo contrario, es una novela sencilla y fluida que me ha absorbido totalmente.
Esther Rodríguez

Tenía altas expectativas, lo que a veces puede jugar en contra, pero en este caso no fue así. Es más, la novela las superó.
Fue lo último que escribió Némirovsky, de hecho, está inacabada (la vida de la autora da para una novela aparte, murió en un campo de concentración nazi). A pesar de ello, se disfruta cada párrafo; refleja la vida en París y el interior de Francia durante a la ocupación de los alemanes en la Segunda Guerra, pero no es una mirada histórica, sino cotidiana, desde la perspectiva de diferentes personaje, fruto de la aguda observación de la escritora. La prosa es muy rica y a la vez fácil de leer, se disfruta. Una verdadera joyita. Me gustó tanto que estoy leyendo todos los libros de Némirovsky. De más está decir que se la recomiendo a todos.
Silvina Romano

Se trata de una obra de una calidad literaria excepcional. Al terminarla es inevitable quedarse con una sensación de desazón, no únicamente por la dureza del tema tratado - la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial - sino también por el hecho de que se trata de una obra inacabada y no llegamos a saber el destino de los personajes que conforman la obra (apenas hay unos esbozos en las notas de Némirovsky que se adjuntan en los apéndices de la obra).
Es una obra de coral, con un número notable de personajes de diferente carácter e ideología, lo que dota a la novela de gran profundidad. Las descripciones están cargadas de matices y la autora maneja los diálogos a la perfección. Asimismo, esta escrita con una gran sobriedad. Es una obra excelente, realmente merece la pena leerla.
Ana Rayas

Terminada esta brillante novela.
Qué más puedo decir que Dolors Martínez, no haya dicho ya.
Sólo puedo agregar que he descubirto en Némirovsky una gran escritora, lo cual no es ninguna novedad.
Me gusta su estilo, su realismo sin melodramatismo. Me gusta como describe los pensamientos y sentimientos de sus personajes, los cuales, ni son todos ángeles, ni son todos demonios, sino más bien piezas de ajedrez que se mueven por la fuerza del destino. En este caso el destino es la guerra, y la guerra, la provocan siempre cuatro descerebrados que se creen con el poder de decidir quién vive y quién muere.
Lamentablemente, el destido de Némirovsky lo decidió el mismo descerebrado que provocó la guerra.
Ella, al menos, nos dejó su brillante obra literaria. El descerebrado (a parte de la estela de muerte y horror que lo acompañó toda su vida), sólo nos dejó odio, y en algunos casos, ni siquiera eso
Piedad Castilla Castillo

Este es el segundo libro que leo de la autora, en un sincero deseo de hallarle todas las virtudes que ensalzan mis amigos de las redes sociales, pero que no encontré por ningún lado en el primer tropezón que tuve con ella, Jezabel.
Esfuerzo, no diré infructuoso, pero sí claramente revelador de que la señora Némirovsky y el Loro no van a volver a navegar juntos.
Me acerco a Suite Francesa, aclamada por sus fieles como trágica y conmovedora opus magna, con el alma libre de prejuicios, pero vuelve a sucederme lo mismo: no me identifico con sus personajes, no me conmueven sus historias (me habían comentado la congoja continua que producía su narración de la ocupación alemana y, honestamente, hay libros mucho peores en ese sentido y de mayor calidad literaria) y, una vez más, me fascina su ágil y fluida escritura, su elegante prosa con reminiscencias de Stefan Zweig.
¡Chapeau! El manejo de los tempos y descripciones durante las dos fases en las que estructura la narración: el desquiciado embrollo de acciones y personajes del primer momento, el de los nazis profanando París, en oposición a la tranquilidad reinventada y rabias contenidas de la ocupación, que deviene tan cotidiana como una nueva hornada de pan.
Le fluye natural la escritura a Némirovsky, pero a mi entender, le fallan los personajes: su tan alabada crítica a la hipócrita burguesía francesa (nada nuevo, por otro lado, ya que es el leit-motiv sobre el que se construye toda la literatura gala desde el XVIII) se queda en tópicos y sentimientos tan manidos sobre beatonas insolidarias, esnobs apegados al bon vivant o mezquindades provincianas que más bien parece en algunos momentos comedia de costumbres antes que colapso de Francia.
Finalmente, creo que gran parte del entusiasmo que despierta su obra proviene de la dramática biografía de la autora, que terminó desgraciadamente sus días en Auschwitz, más que de su calidad literaria.
Aun así, animo a leer Suite Francesa, por su narración de la invasión nazi al corazón de Europa, algo que vivió en primera persona, y por cómo lo hace.
La edición de Salamandra aporta además unos suculentos apéndices, notas manuscritas de la autora donde va pergeñando su proyecto de novela. Muy interesante
.

Cuando pienso que esta obra fue escrita en esos aciagos días en que la guerra se hizo presente para millones de personas, en un pequeño cuaderno con una diminuta letra y salvaguardado de la destrucción por azares solidarios que buscaron también proteger la vida de las hijas de la autora, CONVIERTO, entonces, mi lectura en un homenaje a las víctimas del horror nazi entre las que figura Irène Nemirovsky.
No puedo olvidar que apenas terminada la segunda parte del libro fue detenida, deportada y asesinada al igual que más tarde lo fue su marido... Es por ello por lo que mi lectura ha estado teñida de tristeza y admiración hacia una autora que con pasión y maestría dedicó gran parte de sus últimos tiempos a narrarnos cómo fueron aquellos días en que la vida de millones de personas sufrió un brutal cambio. Y eso es 'La SUITE FRANCESA' el reportaje novelado de aquellos momentos.
Los acontecimientos narrados van a ir desde el 4 de junio de 1940, con la estampida de los habitantes de París ante la llegada de los alemanes, hasta el 1 de julio de 1941 en que Alemania declara la guerra a Rusia y el ejército apostado en la localidad de Bussy deberá partir hacia las tierras orientales. El contexto histórico tiene como hito sobresaliente la firma del Armisticio el 22 de junio de 1940 y la división de Francia en zona libre y zona ocupada. La zona libre estará dirigida por el Mariscal Pétain, al que a menudo se nombra en la obra, encarcelado después de la derrota de los alemanes y condenado primero a muerte y posteriormente conmutada por cadena perpetua. Su colaboración, no sólo de él sino de otros muchos franceses, contribuyó a la deportación de prisioneros y judíos que terminaron en las cámaras de gas.
En ese espacio de tiempo en donde la tragedia, la trivialidad y la comedia van de la mano, seguiremos la vida de numerosos personajes cuyo nivel social oscila entre la alta burguesía y la aristocracia, que conocía la autora muy bien, hasta el campesinado, clases medias y algún representante del ejército alemán.
El primer tiempo (puesto que estamos ante una Suite), “Tempestad en junio” tiene como denominador común la desigual huida de los parisinos, algunos prácticamente con lo puesto y otros con sus señales de identidad a cuesta (coche, joyas, plata etc...) que tienen que ver con su poder económico y con un estatus que pretenden mantener en su huida.
Pronto la realidad hará tabula rasa de esas diferencias y se igualarán en la búsqueda de la satisfacción de las necesidades primarias: comer y descansar. Asistiremos a los últimos combates antes del Armisticio, ametrallamientos, bombardeos, derrota del ejército francés, carreteras paralizadas por la gran cantidad de huidos y momentos de extrema violencia y egoísmo. Al final muchos volverán a sus hogares después de la rendición.
El segundo movimiento, “Dolce”, nos instala en un pueblo, Bussy, ocupado por las tropas alemanas. La convivencia entre ambas comunidades nos permitirá observar las diversas maneras de afrontar la ocupación que irán desde el repudio más manifiesto hasta obsequiosas conductas (colaboracionistas) con el invasor. De nuevo las clases sociales aparecen retratadas: los enigmáticos y subyugados campesinos, los terratenientes ya nobles o pertenecientes a la burguesía local todo en un contexto de profundas rivalidades sociales. No faltará tampoco una historia amorosa que pondrá a prueba la imposible reconciliación entre los bandos.
Todo ello terminará el 21 de junio de 1941 en el que los alemanes que celebran con una fiesta la llegada a París de sus tropas, justo antes de los fuegos artificiales, se verán sorprendidos por la noticia de la declaración de la guerra a Rusia y la orden de traslado de las tropas. Y ahí termina 'La suite francesa' a falta de las tres restantes partes (Cautividad, Batallas, La Paz) con las que pensaba completar el retablo de ese momento histórico.
Nemirovsky escribe a finales de I941 estos versos premonitorios en sus apuntes:
“Para levantar un peso tan enorme, Sísifo,
se necesitaría tu coraje.
No me faltan ánimos para la tarea,
mas el objetivo es largo y el tiempo, corto”.
Ha sido un honor y un placer su lectura.
Ana Ballester

“De que las pasiones llevadas hasta el extremo, como ahora, acaban por apagarse. De que lo que ha tenido un comienzo tendrá un final. En una palabra, de que las catástrofes pasan y hay que procurar no pasar antes que ellas, eso es todo. Así que lo primero es vivir: PRIMUM VIVERE. Día a día. VIVIR, ESPERAR, CONFIAR”.
Usando un lenguaje sencillo y delicioso, pero maravillosamente descriptivo y decorado con poéticos paisajes de la campiña francesa, minuciosamente detallados; poblado con gatos en diferentes y variadas alegorías, Irène Némirovsky nos cuenta las historias entrelazadas de muchos personajes, muy bien caracterizados y redondeados, al extremo que nos parece estar viendo un ecograma o una pintura o una foto del alma y de los sentimientos de cada uno. Personalidades de perturbados personajes que provocan situaciones absurdas, tratadas con burlesca ironía y que muchas veces nos hacen sonreír o carcajearnos en medio de la dramática o trágica situación. Figuras caricaturescas representativas de muchas clases sociales diferentes, como un muestrario humano, durante la terrible II Guerra Mundial, concretamente: invasión y ocupación alemana en Francia.
Esta joven judía, bautizada católica en 1939, nacida y educada en la alta burguesía de Rusia, y no nacionalizada francesa por negárselo el gobierno antisemita francés en 1938, cultísima y egresada de la Sorbona, políglota, nos da una radiografía de la Francia de aquellos días ... sin mencionar para nada el problema judío ... una omisión que me tiene muy intrigada, como si no quisiera mencionar la soga en casa del ahorcado ... o estuvieran, tanto ella como su esposo, en estado psicológico de negación.
Con una prosa exquisita y, muy expresiva, presenta al pueblo francés bajo un microscopio nada amable: con pocas excepciones, tanto aristócratas, como proletarios y burgueses, como intelectuales, como granjeros, son pintados con los colores de la cobardía, el egoísmo, la frivolidad, la iniquidad, la mezquindad y la avaricia, a un punto que al lector se le convierte en un pueblo odioso y hasta sanguinario … tal vez a resultas de haberle sido negada la nacionalidad francesa.
En cambio, a los alemanes, que al final la asesinarán a ella y a su esposo en 1942, junto con millones más en el Holocausto, y perseguirán a sus hijas, los pinta como amables, guapos, cultos, educados, y disciplinados caballeros. No comenta nada del antisemitismo, pero si menciona la germanofobia. He llegado a sospechar de que con esta imagen favorable de los alemanes, Irène quería granjearse su favor, y ser perdonada al publicarse el libro … pero no le dio tiempo … como tampoco le dio tiempo de terminar la novela con más desenlaces y nuevas iniciativas, como se desprende de sus minuciosas notas.
Otra cosa que me llamó la atención, al leer su biografía, fue que sabiendo lo que la esperaba, se quedó en Francia en vez de huir con su familia cuando tuvo tiempo y oportunidad. “Primum vivere,” es el lema de ella y de la novela, pero yo creo en vez de escurrirse a los bosques a escribir como un escape psicológico, tendría que haber buscado como planear y ejecutar la huida a Suiza o América, ya que su esposo era una persona incapaz de ver y aceptar la realidad y de tomar esas drásticas decisiones. Se me ha ocurrido que quizás se sentía tan culpable por la autoría de su anterior literatura antisemita, siendo ella judía, que subconscientemente quería sufrir el suplicio de ser inmolada con su pueblo en señal de solidaridad étnica.
Igualmente, en la novela, capté un poco de esa misma conformidad (excepto por la beligerancia de Benoît y la señora viuda Angellier) … había un tono de pasividad, de esperar inactivamente, sin intervenir, un destino que ya está escrito … como el personaje de Madeleine, o de Maurice Michaud, muy pasivos, pero llenos de paz espiritual, de “libertad interior".
Todas las historias incluidas en la novela tienen su moraleja, pero la más irónica y terrible de todas es la de la familia Péricand y en especial la señora … “de las burguesas que confían en el pueblo” : «No son malos, si sabes manejarlos»
… quién después de dejar olvidado a su anciano e inválido suegro en una aldea, se entera que dejó cinco millones de francos en su testamento a la obra de caridad a favor de los huérfanos que asesinaron a su hijo el sacerdote, en un linchamiento similar al de El señor de las Moscas.
La obra me ha encantado, tiene de todo … Pone el dedo en la llaga del machismo de las mujeres y del “espíritu de la colmena” de los hombres, inculcado al pueblo para que acepte sacrificios en nombre de la comunidad, pero en realidad al servicio de intereses creados, de líderes que muchas veces están fuera de sus cabales.
“Qué extraño eres, Maurice… Te han pasado cosas como para estar amargado y desencantado, y sin embargo no eres infeliz, quiero decir, interiormente. ¿Me equivoco? —No. —Pero entonces, ¿qué te consuela? —La certeza de mi LIBERTAD INTERIOR — respondió Maurice tras un instante de reflexión—, que es un bien precioso e inalterable, y de que conservarlo o perderlo sólo depende de mí”.
Lucila Argüello

1 comentario:

  1. Extraordinaria historia de cómo a burquesía y la aristocracia enfrentan la invasión nazi en Francia (París)... Lo que me llamó la atención fue el egoísmo y materialismo en la situación de crisis en que se encontraban...
    Me gustó la Nemirovsky que a esas alturas aún no sabía lo que se les venía a los judíos en la 2da guerra mundial

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