"El quimérico inquilino", de Roland Topor

FICHA TÉCNICA:

Género: Narrativa

Traducción: Juan Luis González

Editorial: Valdemar

SINOPSIS: 
El quimérico inquilino es la primera novela de Topor, un relato sórdido e inquietante que Roman Polansky llevó al cine y protagonizó con bastante acierto. Es la historia de la progresiva autodestrucción psicológica y física de su protagonista al quedar atrapado en la espiral de la locura y sus terrores. Trelkovsky, un joven parisino correcto y discreto, alquila un apartamento que ha quedado libre en la calle Pyrénées. Poco a poco, las relaciones con los vecinos y su obsesión por la trágica desaparición de la antigua inquilina, le van sumergiendo en una pesadilla llena de extrañas visiones, una grotesca trampa que adquiere las precisas dimensiones de un agobiante apartamento. El final inesperado constituye una obra maestra del «tercer acto», un desenlace en el que el autor sugiere la terrible idea de la historia circular, del eterno retorno del tormento. Sobre El quimérico inquilino, el prestigioso escritor y guionista John Collier dijo lo siguiente: «Una historia de terror realmente actual, tan estrechamente enrollada sobre sí misma, tan fría, sigilosa y mortal como una serpiente en la cama».

OPINIÓN:

Topor fue, junto a Jodorowsky y Arrabal, fundador del grupo teatral de gran influencia surrealista Pánico, que toma su nombre del dios Pan, la naturaleza salvaje donde conviven miedo y humor. Y es en dicho universo pánico donde se mueven los personajes de esta novela.
Trelkovsky es un oficinista mediocre y timorato que se ve obligado a buscar apartamento. El que más le gusta ha estado habitado hasta hace poco por una mujer que intentó suicidarse. Trelkovsky irá a visitarla al hospital y la antigua inquilina gritará de pavor al verle. Pocos días después, con Trelkovsky ya instalado en el piso, ella muere.
A raíz de la fiesta de inauguración del piso, en la que se salta las severas normas sobre visitas y ruidos de su excéntrico casero, comienza una batalla psicológica con los vecinos, una espiral de paranoia (se siente constantemente vigilado, criticado) que poco a poco va desembocando en enfermedad y locura, al tiempo que comienza a sentir un obsesivo interés por la antigua inquilina, con quien comienza a identificarse.
Una novela sobre la identidad, donde la presión social (en este caso los vecinos de una escalera representan a esa sociedad opresiva) fuerza el cambio de identidad del protagonista hasta llevarlo a límites caricaturescos, donde casi podemos decir que el inquilino no toma posesión del piso, sino que este lo atrapa entre sus paredes haciendo de él un monigote con miedo a la confrontación cara a cara y moldeando su personalidad (aquí nacería la obsesión por la antigua inquilina, que le lleva a modificar sus hábitos alimenticios e incluso a travestirse).

Una historia de terror psicológico donde, a partir de cierto punto, será muy difícil saber qué ocurre en la realidad y qué en la cabeza de Trelkovsky, con un giro final demoledor y que sin duda recomiendo.

Luis Sánchez Martín